Tras meses esperando la vuelta de los clientes, cuando llegan no estamos preparados
Muchos negocios lo han pasado muy mal en este último año y medio. Limitaciones a su actividad, falta de clientes, caídas brutales en su facturación, empleados en ERTE o cierres en el peor de los casos. Lo único que tenían era tiempo libre para planificar cómo deberían trabajar a la vuelta de la normalidad. Y muchos no lo han hecho, porque tras meses esperando la vuelta de los clientes, cuando llegan no estamos preparados.
A veces hay procesos de negocio que no se controlan del todo. Áreas que no funcionan como deberían o procedimientos internos que son francamente mejorables. Es necesaria una planificación, a veces mejores herramientas de gestión, pero sobre todo tener trazado un plan de trabajo. Esto nos ayuda a mejorar la comunicación, evitar errores, ser más eficientes, más productivos y competitivos.
Parálisis por miedo al cierre
Pues bien, en muchos casos la incertidumbre de no saber si el negocio va a sobrevivir o no al final de la pandemia a provocado una parálisis funcional. No se ha planificado nada, no se han corregido procedimientos que sabemos que son ineficientes, ni se han ensayado otros nuevos.
Tampoco se han evaluado herramientas que nos ayuden a mejorar. Y esto si que es una gran oportunidad perdida, porque tendríamos todo el tiempo del mundo para hacer todas las pruebas que necesitáramos, ver las ventajas y los inconvenientes, poder comparar entre las diferentes propuestas y evaluar cómo de rápido sería el retorno de la inversión que vamos a realizar.
Lo mismo podríamos decir de explorar nuevas áreas de negocio, ver que ha estado haciendo la competencia, pensar en cómo nos puede ayudar el marketing digital en nuestra empresa, mejorar nuestra página web, trabajar más y mucho mejor las redes sociales o cómo podemos fidelizar a los clientes que ya tenemos, pero no repiten en nuestro negocio.
El trabajo previo a la reapertura da sus frutos
Y llega el momento de abrir y nos encontramos con los mismos problemas de todos los años, los mismos cuellos de botella, el dinero que se nos va por errores, por duplicar trabajos, etc. El problema es que hay organizaciones que si han hecho este trabajo de planificación bien, sí han mejorado sus herramientas, o simplemente han dedicado tiempo a formarse para exprimir lo que ya tenían pero no le sacaban todo el partido.
Son más competitivas, pueden ofrecer mejores precios, coger más trabajo, en definitiva, facturarán más y tendrán más beneficio. Se recuperarán antes de la crisis y tendrán más capacidad para invertir a su vez en digitalización, en áreas que todavía tienen margen de mejora. Han tomado una ventaja importante y aprovechado el tiempo para encontrar una oportunidad de mejora en este entorno tan complicado.
Mientras otras seguirán lamentándose de una situación sobrevenida que acabó con su negocio. Pensaremos en que la culpa es del Gobierno, central, autónomo, ayuntamiento, etc. De los clientes que ya no vienen a pesar de volver a abrir, de los empleados que cuestan mucho y producen poco, de todo el mundo, menos nuestra. Y alguna vez, solo alguna vez, hay que hacer un poco de autocrítica.
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