Cada vez que un rebrote nos obliga a dar un paso atrás las perjudicadas son muchas empresas que tienen que volver a tener restricciones de aforo, ven como se limita la movilidad de los ciudadanos o en el peor de los casos cerrar. En todas las declaraciones de patronales del sector siempre se sienten como víctimas, que lo son, de la pandemia, pero nunca revisan sus protocolos y piensan que sus asociados han hecho mal, en algunos casos muy mal, las cosas.
Porque en muchos casos ha primado el egoísmo. El factura lo que pueda para salvar los muebles en lugar de ser solidarios con el resto del sector. Porque no han tomado las medidas adecuadas, no han desinfectado los locales, mesas, sillas, etc. no han reducido aforo y han contribuido al rebrote. Eso sí, han facturado todo lo que han podido y tienen algo con lo que subsistir.
En muchos bares y lugares de restauración lo único que diferencia sus protocolos respecto a antes de la pandemia es que hay una mesa que tiene gel desinfectante para los clientes. Pero no se ven disminución de mesas, no hay separación entre clientes o la bayeta con la que se limpia la mesa sigue siendo la misma de toda la vida...
Y no se limpian entre un cliente y otro, ni mesas ni sillas. Luego la culpa siempre es de otros, porque nosotros lo hemos hecho todo bien. El colmo del cinismo es que muchas incluso han cobrado una tasa COVID extra a los clientes, aunque luego no han aplicado los protocolos. Tampoco con el personal, donde en muchos casos el uso de la mascarilla es anecdótico.
Vamos a empezar a reclamar ayudas y soluciones para nuestro sector, pero cuando nos toca a nosotros hacer el esfuerzo, colaborar para que todos podamos seguir abiertos, ya no es lo mismo. Buscamos nuestro propio beneficio y ante una situación como la actual, solo podemos salir con la colaboración de todos.