Cuando hablamos de becas o prácticas profesionales, muchos suelen realizar una mala crítica sobre este tipo de contrataciones, argumentando que no presentan estabilidad laboral, que se suelen desarrollar en tareas y/o responsabilidades que no requieren un elevado conocimiento técnico, y sobre todo, que están mal retribuidas. Lo que las señala como poco apetecibles desde el punto de vista económico y del desarrollo profesional.
Bajo mi punto de vista, creo que se ha extendido una valoración muy cortoplacista de este tipo de oportunidades profesionales, ya que estas becas suelen ser la primera toma de contacto con el día a día en el mundo de la empresa, y como tales, han de considerarse como la formación práctica necesaria que nos posibilite tomar nuestras primeras decisiones a medio plazo.
Respecto a las condiciones, el asunto es muy discutible, máxime en un entorno socioeconómico en el que la precariedad y la inestabilidad laboral subyace a la coyuntura económica. Pero en cualquier caso, será sin lugar deben ser entendidas como una oportunidad para crecer profesionalmente, y como la llave que nos posibilite acceder a oportunidades profesionales con una mayor responsabilidad, y por ende, con unas mejores condiciones asociadas.
En definitiva, no debemos menospreciar esta figura de relación contractual, debiendo apostar por su valor, y como la oportunidad que los recién titulados necesitan para abrirse camino en el mundo empresarial, y tomar el 'músculo' necesario para poder competir en un entorno empresarial cada vez más dinámico, cambiante, y que demanda una creciente capacidad de adaptación.
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