En un momento económico complicado, donde muchas veces las administraciones públicas no tienen los recursos de otras épocas para ayudar a las empresas o simplemente no se licitan tantas contrataciones como antes, los viveros han supuesto una forma de visibilizar la ayuda de la administración a las pymes y emprendedores. Podríamos decir que los viveros de empresas han sido uno de los grandes beneficiados por la crisis y la explosión del emprendimiento.
Así lo afirma al menos un informe de la Fundación de Cajas de Ahorros, Funcas, que reconocía 45 viveros en 2008, pasando a 578 en 20015. El estudio de Funcas (PDF). Esto que podría parecer una buena noticia a nivel global admite algunos matices importantes, puesto que debido a los recortes, se ha producido un descenso en la calidad de servicios prestados por los viveros a las empresas, hasta convertirse en muchos casos en un mero alojamiento residencia para las empresas alojadas.
Dicho de otra forma el Vivero se monta como una forma de publicitar las políticas de ayudas a las empresas por parte de las administraciones públicas en la mayoría de los casos, pero luego no deja de ser un mero truco publicitario. La ayuda a la creación de la empresa no tiene que quedarse sólo en un lugar donde poder trabajar o establecer la empresa.
La parte de pre-incubación, de ayudas a la hora de poner en marcha la empresa, la llamada de atención de los viveros como polo de atracción hacia los inversores se pierde. La parte positiva es que cada vez son más los viveros financiados con capital privado, en concreto un 24% de viveros empresariales identificados.
De todas formas no hay que desdeñar la importancia de los viveros y el asesoramiento que prestan a las empresas a la hora de iniciar su actividad con sólidos cimientos. Según indica el informe, entre el 50% y 60% de las pymes desaparece a los siete años de vida, mientras que las empresas que surgen asesoradas en viveros consiguen mantener su actividad en hasta un 90% de los casos.
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Imagen | Angel Abril Ruiz