Cuando asistimos a noticias sobre que el tejido industrial y la capacidad tecnológica de nuestras empresas se encuentra por detrás del estándar europeo, lo que nos hace meditar sobre si estamos haciendo bien o no las cosas.
Pues bien, lejos de estos prejuicios, me ha llamado gratamente la atención la noticia de que en las últimas dos décadas la comunidad autónoma de Andalucía ha triplicado su exportación de alta tecnología (especialmente en industria química, aeronáutica y espacial), llegando hasta los 4.200 millones de euros al cierre del pasado año 2012, lo que supone la quinta parte de las exportaciones totales de la región.
Por tanto, cuando hablamos de regiones y actividades, no sería correcto afirmar que la economía andaluza es una economía agraria, dónde las empresas de base tecnológica no tienen cabida. Ya que aunque el sector agropecuario ocupa aún una posición muy importante en el conjunto de su economía, existen otros sectores como el terciario y el industrial que están logrando diversificar su economía, e introduciendo mejoras que ya están demostrando una tecnificación de las actividades.
Con ello no quiero decir que a día de hoy sea un foco industrial como puede ser Madrid o Barcelona, pero estos datos que se sustentan en la Estadística de Indicadores de Alta Tecnología del Instituto Nacional de Estadística (INE), confirman que las regiones en las que tradicionalmente no se contaba con una industria fuerte, pueden conseguirlo mediante las inversiones públicas en I+D+i, y sobre todo, gracias al esfuerzo de las cada vez más empresas que se lanzan a emprender en este ámbito.
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