Los picoproyectores son un producto que me gustaron mucho en su concepto hace un par de años. Era una opción muy cómoda para proyectar una presentación en casa del cliente para un foro reducido, también por la resolución de pantalla. Claro que entonces llegó Apple, presentó el iPad y esto lo cambió todo y podríamos decir que el tablet mató al picoproyector.
Porque el picoproyector ha tenido poca vida útil. Con un tamaño de pantalla escaso no sirve para presentaciones en grandes salas, o por lo menos si lo queremos hacer bien. Es más para un ámbito más reducido, y en este caso, es más útil una tableta táctil, que podemos manipular sin preocuparnos de si hay mucha claridad o si estamos en exteriores, etc.
Con la ventaja de que podemos mostrar a un grupo reducido de personas con una cercanía que ayuda a reforzar el mensaje. Lo cierto es que al final la combinación de portátil + picoproyector sale perdiendo ante el efecto de la presentación que el propio usuario puede moldear a su medida, puesto que poder parar, hacer zoom sobre un detalle, girar la diapositiva en función de nuestros intereses flexibiliza mucho la presentación.
Y el pico proyecto que tanto peso nos iba a quitar de encima hace unos años se ve ahora como algo engorroso. Un pequeño apéndice que no tengo muy claro si aporta mucho a vender nuestros productos. Es una cuestión de oportunidad en el momento adecuado. Hace dos o tres años el picoproyector representaba una ventaja a la hora de ofrecer una presentación a los clientes, hoy en día en mi opinión no.
Y es que la ola de las modas todo lo arrastra y ahora estamos en la era táctil, de las Apps, botones, etc. Quizás su hueco en el mercado esté más unido a teléfonos móviles, que a los portátiles, puesto que para los teléfonos si supone un avance, no tanto para los portátiles que compiten con tabletas táctiles.
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