Parece que una de las soluciones para mejorar los datos de empleo pasaría por reducir las cotizaciones, abaratando con ello los costes laborales y por otro flexibilizar las contrataciones. Dicho así, parece que lo ideal sería que todos los trabajadores de una empresa fueran autónomos. Pero esto tiene algunos inconvenientes, serían las 9 peticiones que una empresa no le puede hacer a un autónomo o freelance.
No es una figura extraña ya que muchas incorporan a estos profesionales como colaboradores, como autónomos dependientes o en algunos casos como "falsos autónomos". Por su propia definición, hay ciertas cuestiones que no se pueden exigir a estos trabajadores independientes, que no pertenecen estrictamente a nuestro personal.
Vamos a poner un ejemplo sencillo, de un autónomo al que una empresa contrata una serie de tareas en un momento puntual.
Cumplir con un horario
En la empresa tienen un horario de atención al público, un horario laboral. Pongamos por ejemplo de nueve a seis. El autónomo puede trabajar en el horario que el desee. La empresa no puede imponerle que realice las tareas asignadas dentro del horario que a ella le interesa.
Cómo tampoco imponer el número de horas necesarias para realizar el trabajo que le facturará. Si el autónomos resulta que puede acabar en 5 horas lo que los empleados de la empresa hacen normalmente en 10 es cosa suya. También puede darse el caso contrario.
Acudir al centro de trabajo cada día
El autónomo es independiente para acudir o no al centro de trabajo. En algunas ocasiones es bueno estar en contacto con el cliente, sobre todo en una primera fase de definición de necesidades y ver que el trabajo va bien encaminado. Pero no es obligatorio.
Como si no quiere ir por allí y la documentación se le envía por mensajero o medios electrónicos. La empresa no puede imponer al autónomo dónde tiene que trabajar, lo mismo que ocurría antes con el horario. Esto no le exime de realizar determinadas reuniones para llevar el trabajo a buen puerto, pero siempre tienen que ser de común acuerdo.
Organizar su trabajo
En la mayoría de las ocasiones las tareas por las que el autónomo va a facturar a la empresa están sujetas a un plazo de entrega. De aquí a organizar su trabajo, va un mundo. Este es el aspecto más controvertido de trabajar con autónomos. Se pueden establecer determinados hitos en un proyecto que debe realizar, ya que otros departamentos pueden depender de tener esta parte resuelta para que el resto puedan avanzar.
Decidir cuanto se va de vacaciones
Todos sabemos que el autónomo no conoce lo que son las vacaciones. Pero si ha tenido un buen año de facturación lo normal es que aproveche cuando pueda y se marche unos días. Por mucho que trabaje para una empresa de forma habitual, no podrán exigir que las vacaciones sean en la fecha que a ella le interesa.
Aquí es cierto que si una empresa es la principal fuente de ingresos de un autónomo, sea TRADE o no, lo habitual es que el profesional sea el primer interesado en no perder ingresos. En este caso se suele aprovechar los periodos de baja actividad para tomarse un descanso y no perder facturación.
Decidir cuanto vas a cobrar
Este es un aspecto controvertido. Normalmente es el autónomo el que fija sus tarifas. La empresa tiene un trabajo o tareas que quiere encargar a este profesional y él decide por cuanto lo va a hacer. Pero no siempre es así. Y la empresa asigna un proyecto por determinado presupuesto. Si al autónomo le interesa lo cogería. Lo normal es negociar, aunque aquí es cierto que el autónomo siempre lleva las de perder.
Exigirte que trabajes sólo para ellos
Tener una relación de exclusividad es impensable para una relación entre autónomos y empresas. Podría incluso darse la paradoja de que estuviera trabajando para empresas que son competencia entre ellas. No se puede imponer que ofertas de trabajo puede coger o no como autónomo.
Una cuestión diferente es el secreto profesional. Lógicamente el autónomo se compromete a no revelar los datos confidenciales o estratégicos que conozca para llevar a cabo su trabajo a terceros. Por otro lado siempre hay una cuestión ética, si existe algún conflicto de intereses.
Contratar otros trabajadores o subcontratar
Una vez que el autónomo ha llegado un acuerdo con la empresa para facturarle un determinado trabajo, ésta no se podrá meter en otras cuestiones. El autónomo podría decidir subcontratar dichas tareas con otra empresa u otro profesional o una parte de la misma. Lo mismo si el trabajo no lo ejecuta él directamente y se lo encarga a sus empleados.
Pongamos un ejemplo de una página web que le encargan a un freelance. Es muy bueno en la parte de programación, pero no tanto en diseño gráfico. Sabe que esta parte a él le va a llevar 10 horas de trabajo y va apurado de tiempo para la entrega del proyecto. En el coworking donde trabaja tiene un buen diseñador gráfico con el que ha colaborado otras veces, y la parte de diseño se la pasa a él que le facturará dos horas de trabajo.
Aquí habría que tener en cuenta que si se trata de un TRADE, un autónomo económicamente dependiente, no podría subcontratar ni tener empleados contratados. Esta es una limitación importante para muchos de ellos especialmente si quieren empezar a crecer a la hora de tener más trabajo, aunque sea fundamentalmente de una sola empresa.
Decidir que herramientas y medios utiliza para realizar su trabajo
El autónomo decide qué herramientas y medios utiliza para llevar a cabo su trabajo. La empresa no puede imponer que utilice determinado programa, un vehículo u otro o que trabaje con un ordenador de una marca y sistema operativo concreto. En este sentido es el autónomo el que cuenta con sus propios medios para realizar su trabajo.
Otra cosa es que al propio profesional le interese trabajar con medios que le facilite la empresa. Pongamos el caso de un asesor fiscal que llega un acuerdo con una gestoría para hacer declaraciones de sus clientes a X por cada una. Puede decidir hacerlas con su propio programa de Renta y entregárselas a los clientes en papel.
Pero también puede ser más práctico trabajar en el sistema informático de la propia gestoría donde ya están los datos de otros años de muchos de estos clientes y recuperar la información puede ser más rápido, haciendo que tarde menos en cada declaración.
Coordinación si, dependencia y sumisión, no
Los principales problemas que suelen tener las empresas con los autónomos es que en muchos casos los tratan como si fueran sus propios empleados. Está claro que hay que tener una cierta coordinación para llevar a cabo el trabajo, pero lo que no se puede es tener una relación de dependencia y sumisión. O al menos no se puede exigir.
Las empresas tienen muchas ventajas a la hora de contratar trabajos a autónomos. Pero también tienen sus inconvenientes y tienen que entender que el autónomo es independiente. Por este motivo un proyecto en el que hay muchas partes y trabajadores autónomos diferentes implicados puede ser complicado de ejecutar en el plazo establecido.
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