Cuando cobrar se convierte en un quebradero de cabeza

Cuando cobrar se convierte en un quebradero de cabeza
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Pensando en un ejemplo cercano, imaginemos a una modista que siempre ha sido ama de casa. Es viuda y le gusta hacer arreglos porque pasa mucho tiempo en casa. Sus amigos y vecinos saben de su destreza al coser y lo caro que resulta que te arreglen una prenda en una tienda.

Cuando llega el momento de pagar por un trabajo virtuoso porque es muy buena, ella se pone nerviosa y suele pedir dos euros, tres..., cuando en una tienda llegan a cobrar diez euros por coger el bajo de un pantalón. En su caso, no tiene un comercio, ni es freelance, ¿qué pasaría si tuviera que pedir dinero a cambio de su trabajo y esfuerzo?

Cada trabajo merece su sueldo

Parece una obviedad, pero dentro del gremio de los freelances existe ese síndrome de la modista. Como si cobrar formara parte de algo que no merecen. Vender es la palabra maldita o incómoda. Pero nos pasamos el día vendiendo. ¿Por qué nos pone tensos el momento de cobrar?

Por una razón sencilla, algunos profesionales han llegado a creer que su trabajo es menor comparado con otros. Eso de que cualquiera sabe escribir, diseñar, dibujar, etcétera, sólo ha conseguido que cuando llega el momento de decir una cantidad tiemble la voz.

Tu trabajo tiene un valor y eso se traduce en dinero

Al igual que el salario emocional en una empresa no sirve si no va de la mano de una contraprestación, recuerdo lo que comentó un lector hace unos días: "El alquiler no lo pagan unas palmadas en la espalda"; si sentimos que el terror acude cuando llega el momento de poner un precio a nuestros servicios, mejor dejarlo claro de antemano.

El problema de cobrar e incluso de que te paguen, lo tiene la sociedad que considera ciertos trabajos como irrelevantes

Si durante una larga temporada has sido voluntario y tienes interiorizado eso de ayudar a los demás, lo cual es magnífico, quizás te resulte aún más difícil cuando decidas trabajar por tu cuenta, cobrar a tus clientes.

Esa conocida frase de: No cobro por lo que hago, cobro por lo que sé, es un mantra para todos aquellos que a su incomodidad a la hora de cobrar por su trabajo, se enfrentan a clientes estupefactos porque se les pida dinero por su "ayuda".

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