A veces las empresas y sus responsables son tremendamente perezosos. Muchas veces se echa la culpa a las herramientas con las que se trabaja, pero no se hace nada por cambiarlas. Se prefiere seguir en una mala dinámica o mantener lo que tienen antes que afrontar un cambio. Porque a veces ni siquiera la empresa sabe lo que quiere.
No se hace un planteamiento medianamente serio, un estudio de aspectos en los que se puede mejorar, donde las herramientas que se utilizan no dan más de sí, o con qué armas cuenta la competencia. Tampoco se plantea qué supondría un cambio, en las herramientas y muchas veces en los procedimientos.
Todo esto deriva en un dejarse llevar. Si nuestra empresa tiene suerte y una buena reputación aguantará unos años, si consigue una clientela rotativa, como pueden ser los negocios que viven del turismo o similares puede que aguante un poco más, pero más allá de estas incidencias está condenado por su ineficacia a languidecer lentamente.
La pereza y el dejarse llevar de los responsables es muchas veces la respuesta a esta situación. No hablamos ya de una posibilidad de invertir, sino de todas las tareas que implican un cambio de forma de trabajar, imponer alguna herramienta más actualizada, pasar del papel y el boli a algo más digital.
Negocios que no tienen ningún control de sus procesos, de su stock, que no saben lo que les cuesta abrir la barrera, simplemente porque no lo han calculado, que confunden facturación con beneficio. Este tipo de negocios y de gerentes afortunadamente cada vez son menos frecuentes, por eso sorprende que no vean cual va a ser su futuro a corto plazo.
En Pymes y Autónomos | ¿Por qué no invertimos en la gestión de nuestro negocio?
Imagen | Pixabay