Muchos de los problemas que pueden surgir en la empresa vienen establecidos por las diferencias salariales entre sus empleados. El secreto con el que se tratan lo que cobran unos y otros en muchas empresas puede dar lugar a malos entendidos, pero también a un muy mal ambiente. Sobre todo en el caso de que se realice la misma labor, pero no se cobre el mismo sueldo.
En muchos casos enterarse de lo que gana un compañero puede provocar que si existen diferencias uno de ellos, el que menos cobra, se sienta agraviado. Si tienen las mismas tareas y las mismas responsabilidades puede que genere un serio problema. Porque no el que menos cobra empezará a pensar que no tiene que trabajar tanto como su compañero.
Esto no debería ocurrir, ya que los convenios sectoriales tienen unas tablas que indican cuánto deberían cobrar. Pero siempre cabe la posibilidad de que un empleado haya negociado su sueldo por encima del convenio. Esto ocurre por lo general cuando hay dificultades para encontrar un perfil determinado.
En otras ocasiones es el salario del jefe o del responsable directo el que genera las suspicacias. Sobre todo cuando existe una diferencia notable entre sus emolumentos y los de sus subordinados. Es en estos momentos cuando llegado el momento de ejercer sus funciones alguno pretende traspasar la responsabilidad a sus subordinados es cuando pueden generarse problemas.
Además es un mal ejemplo, porque implica que el trabajo va por parte de unos, mientras que los beneficios sobre todo caen de parte de otros. Y no siempre se sustentan en un perfil brillante, que impulsa a un equipo de trabajo y les mantiene motivado. Muchas veces es todo lo contrario, un tirano que oculta sus carencias con autoridad.
Y la realidad es que se puede ocultar el sueldo, pero es muy complicado tapar el principio de Peter que tienen algunos mandos en la empresa que saben que han tocado techo, y en el mejor de los casos se mantendrán en esta posición hasta llegar al momento de la jubilación.
Imagen | Alexander Mils