Siguiendo con la cuadratura del círculo, la temporada de cambios parece que afectará, tarde o temprano, al mercado laboral y su ansiada reforma. Aunque gracias a los esfuerzos de los agentes sociales por mostrarnos su inmovilismo esta llegará extemporeámente, a tenor de las cifras de vértigo que está alcanzando el desempleo en España.
Personalmente, hubiera deseado la misma inmediatez en la reacción de los sindicatos, cuando hace más de año y medio las cifras de desempleo empezaban a dispararse y, sin embargo, desde entonces no se ha hecho ni una sola declaración insinuando "movilizaciones" en señal de protesta por la situación de desempleo. Eso sí, con el óbolo de los 426 euros para quienes habían agotado la prestación, todo solucionado.
Es paradójico que para una reducción salarial del 5% se quiera convocar movilizaciones y sin embargo quienes se han quedado sin el 100% de su salario queden en el anonimato e indiferencia a los ojos de sindicatos y lo que es más grave, que encima retrasen y entorpezcan una reforma laboral necesaria e imperativa.
Con respecto a las modificaciones que se van a presentar todavía no están claras ni definidas pero lo que es evidente que no serán, salvo sorpresa mayúscula, del calado necesario. Me refiero entre otras, a las recomendaciones del FMI, en palabras textuales del Economista Jefe del FMI, Olivier Blanchard.
El FMI entiende que el mercado de trabajo español es “disfuncional”. Para solucionarlo, aboga por establecer una “protección por desempleo progresiva” y por centrar la negociación colectiva en las pymes
Con la disfuncionalidad, se hace referencia a la contraproducente dualidad que existe entre los trabajadores indefinidos y los temporales y a las diferencias que existen a las que da lugar, entre otras con las indemnizaciones por despido. Por ello se aboga por un contrato único con una indemnización creciente en función de la antigüedad.
La descentralización de la negociación hace mención a la necesidad de acercar la negociación colectiva a nivel de empresa ya que las pymes se ven obligadas a adoptar los incrementos salariales negociados por unas pocas grandes empresas. De esta manera, los convenios colectivos serían acuerdos marco a nivel nacional.
Realmente estas medidas son atrevidas y requieren un grado de compromiso social del que nuestros políticos carecen ya que anteponen sus intereses electorales y de los lobbies a los intereses generales. Aparte esto implicaría evidenciar públicamente el papel nulo que los sindicatos desempeñan en la vida civil, y hacer pública su vacuidad, por lo que dudo mucho que estas medidas, a mi juicio necesarias, vayan a ser llevadas a efecto.
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