No hay recetas mágicas para el éxito empresarial. Por mucho que nos empeñemos en confeccionar listas con recomendaciones, las diez cosas que te llevarán a ...., cinco consejos para...., doscientos diecisiete errores que debes evitar si..., etc. seguir al pie de la letra estas recomendaciones no nos servirán para alcanzar con completa seguridad el objetivo que nos hemos planteado en nuestro negocio.
Eso no quiere decir que no debamos hacer caso de esas cosas porque sí hay unas pautas básicas que debemos asumir y que no serán la garantía absoluta del éxito, pero sí nos darán más boletos para lograrlo.
Los negocios no son una ciencia exacta, cada uno tiene unas condiciones particulares que lo diferencian de otros, aun del mismo sector. Además los negocios los hacen las personas y por tanto hay un factor personal que también interviene en la manera de realizar las distintas actividades y que puede condicionar el resultado de las mismas.
De igual manera que cuando vamos al médico con unos determinados síntomas y nos aplican un determinado tratamiento, el resultado de éste depende no sólo de la pericia del doctor sino también del propio enfermo, ya que el mismo tratamiento tiene diferentes efectos según las personas.
En la medicina preventiva pasa lo mismo, la pauta a seguir para cuidarnos sirve para unas determinadas personas, y puede evitar problemas en el futuro, pero ese mismo comportamiento en otras personas no funciona y no evita que padezcan esos problemas más adelante.
Al igual que en la salud, por mucho que podamos creer saber de nuestro negocio no es conveniente automedicarnos o asumir terapias que a otros les funcionan. Puede que nuestras circunstancias sean diferentes a las del resto, puede que funcionen determinadas cosas en otros y en nosotros no, puede que nuestros problemas aparenten ser unos pero en realidad sean otros.
Por eso no debemos asumir ciertas recetas como si fueran mágicas o perfectas, asumamos las pautas básicas de comportamiento que suelen funcionar en la mayoría de los casos pero no creamos en las verdades absolutas. Debemos tener en cuenta nuestras particularidades y, si es necesario, acudir a un profesional que nos diagnostique y recete el tratamiento adecuado.
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