Que levante la mano aquel que no haya oído la expresión pagafantas. La misma, muy usada entre la población en edad de merecer (de merecerse los unos a los otros, quiero decir), ha hecho furor. Su primera eclosión vino de la mano de una serie de videos inenarrables subidos a YouTube y donde se captaba la propia esencia del pagafantas. Más o menos, y por sintetizar, el pagafantas viene a ser aquel a quien la chica de sus sueños le quiere únicamente como amigo. pero como solo amigo. Están Hamlet, Otelo, McBeth, Edipo,...y el pagafantas, como arquetipos, como figuras sometidas a un implacable destino.
Ya, ¿y qué tiene que ver todo esto con las pymes? Pues, queridos míos, me temo que aquí también hay muchos pagafantas empresariales. Os recomiendo un momento de reflexión, de miraros al espejo, y de pensar si no es cierto lo que digo. ¿Alguno se resiste? Vamos allá.
Es sumamente habitual en determinadas profesiones, especialmente vinculadas a los servicios, aunque se pude dar en cualquier tipo de empresa. Hablo de ese amigo que se precia de tal, de ese familiar tan majo (si, el cuñado encaja perfectamente), que se pronto se acuerda de que tienes un negocio, de que eres bueno en lo tuyo. Y entonces, informalmente, como quien no quiere la cosa, te pregunta, indaga, te invita a su casa a que eches una mano (así dicho) con el tema. Su propósito no es establecer una relación profesional hombre, es olo que tu que entiendes de estas cosas te animes con un capotillo. se sobreentiende que nada de cobrar, ya te echara una mano el con, con, con…no sé, con algo. Bueno, eso y un chupito de orujo casero. ¿Os va sonando?
Hay otra versión que es la del cliente calienta presupuestos. O mejor, potencial cliente. Aquel que sistemáticamente te pide presupuestos y nunca contrata contigo. O mejor dicho, si que contrata, pero solo los marrones, aquellos servicios o productos que no son rentables a los proveedores, que son complicados, que dejan poco o ningún margen o que son asuntos puntuales para sacarle de un atolladero en el que se ha metido. Y tu, con la mejor sonrisa, pensando que en cualquier momento te agradecer esos gestos. Gestos de pagafantas.
Claro que siempre hay casos peores, aquellos que ni van de amigos, ni son familia, ni te encadilan con promesas de amor eterno. Hablo de aquellos en los que más que un pagafantas eres un pagagintonics.
Ahora volved a miraros al espejo. ¿Sois profesionales o pagafantas?
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