España ha sido tradicionalmente un país de pymes. El 99% de las empresas tienen menos de 250 trabajadores, y el 96% son microempresas, de menos de 10 trabajadores. Esta realidad dista mucho de ser la ideal, especialmente porque la mayoría de empresas mueren antes de los 5 años y las que permanecen no son capaces de crecer de forma sostenida.
Sin embargo, el paradigma europeo del emprendimiento, que muchos han puesto como modelo, no está muy alejado al modelo español. Y es que, del total de empresas que hay en Europa, el 99,8% son pymes, según Cepyme en sus jornadas dedicada a Las pymes en Europa.
A diferencia de lo que comúnmente se cree, los europeos no quieren ser empresarios, y cuentan con las mismas dificultades que los ciudadanos españoles para crear las empresas. Tan solo el 37% de los ciudadanos del viejo continente quieren ser empresarios, frente al 55% de EEUU y al 70% de China.
Esta realidad se está recrudenciendo debido al impacto que tiene el Brexit sobre la economía comunitaria. Las relaciones de las empresas europeas con el Reino Unido e Irlanda se están deteriorando por esta circunstancia, y la incertidumbre generada por la salida de Reino Unido de la Unión Europea está repercutiendo negativamente en las pymes europeas.
El futuro no parece augurar buenas noticias debido fundamentalmente a la incertidumbre política. Gobiernos cada vez más proteccionistas y cerrados al exterior, estados de bienestar cada vez más en entredicho y un ambiente que dista de ser el adecuado para el emprendimiento provocará que muchos emprendedores no se aventuren a emprender.
No existe un marco regulatorio que favorezca la internacionalización y sin ello las empresas no podrán crecer de forma sostenida.