Silicon Valley, Tel Aviv, Berlín o Londres. Son polos de innovación. De emprendimiento. Hoy son el espejo en el que se miran países como España para abordar la necesaria transformación productiva. Sin embargo, ellos necesitaron muchos años de esfuerzo y sacrificio para alcanzar el punto en el que se encuentran hoy. Por eso, una de las grandes enseñanzas tiene que ver con el calendario: las prisas no son buenas consejeras.
En un interesante artículo en su blog, el experto en modelos de negocio y startups Javier Megías hace un repaso por algunos de los ingredientes que, a su juicio, deben tenerse para crear un ecosistema emprendedor. Y entre ellos, el que creo que es más indiscutible de todos es el tiempo. La paciencia. La huida de toda prisa que no llevará más que a construir pilares de barro.
“No se puede cambiar una sociedad en lo que dura una legislatura”, advierte Megías. Y, seguidamente, recuerda algo que, a veces, muchos acaban olvidando en el ‘fragor emprendedor’: a Israel le costó casi 30 años convertirse en el polo de innovación y emprendimiento que es hoy, mientras que Silicon Valley tampoco lo hizo por ciencia infusa.
Para él, este ‘viaje’ para convertirse en ese polo de innovación y emprendimiento no tiene sólo un punto inicial y uno final, sino que hay otras ‘estaciones’ intermedias. Estaciones que deben ser cubiertas obligadamente, sin querer saltárselas con el único objetivo de llegar antes.
Al margen de las otras claves que ofrece Megías en su post, como huir de la política o involucrar a las empresas, la que tiene que ver con la paciencia es, al menos para mí, la fundamental. Creer que uno puede ser Silicon Valley o Tel Aviv en un abrir y cerrar de ojos es un error que, a la postre, se pagará caro.
En Pymes y Autónomos | ¿Burbuja económica del emprendimiento?, ¿Se favorece el emprendimiento?, ¿Es la veteranía un impedimento para la innovación entre los emprendedores? Imagen | sfer