El video con el el que arranca este post es una intervención en TED de Nick Hanauer, emprendedor e inversor norteamericano de éxito. Nick se cuestiona si los ricos son los que crean puestos de trabajo, sosteniendo que no, y que por ello no está el trato fiscal beneficioso que reciben en los EEUU. Compartiendo algunas de sus argumentaciones, le doy una vuelta a su afirmación y lanzo la siguiente pregunta: ¿tiene el empresario la obligación de crear puestos de trabajo?
Seamos claro, en este país la respuesta parece ser que si. Todos los partidos que conozco, de izquierda y derecha, los sindicatos, las organizaciones empresariales, todos sostienen que los empresarios han de crear puestos de trabajo. Unos mantienen esta afirmación para reivindicar su papel en la estructura social, mejoras legales o fiscales, etc. Otros para distinguir la empresa buena de la mala. Empresa buena crea empleo, empresa mala no lo crea. Pero todos cargan esta obligación moral sobre las espaldas del empresario, conclusión de la que yo disiento.
Siguiendo la misma lógica de la charla de TED los empresarios no son una suerte de prestidigitadores que crean empleos de la nada: Los empresarios detectan una oportunidad en el mercado, una posibilidad de negocio, y se lanzan a por ella. Que para aprovechar esa oportunidad necesiten más o menos empleados es secundario, eso no distingue una buena de una mala empresa, ni forma parte de una suerte de karma que el empresario haya de arrastrar. Las cosas son mucho más simples y descarnadas.
La obligación del empresario es, de partida, para consigo mismo y para la empresa que ha creado: que ésta sobreviva y sea rentable, cumpliendo el marco legal y las obligaciones que haya contraído conforme al mismo. Que lo cumpla o no es lo que determinará la bondad de su proyecto, y no debe sentirse mejor ni peor por el hecho de (odio esa expresión, ya que es falsa) “dar de comer” a X familias. Es más, deberá ser consciente de que la dimensión de la plantilla conlleva unas potencialidades fantásticas y unas cargas tremebundas.
Por ello, me resisto al chantaje moral de empresario bueno-empresario malo, o a las políticas fiscales que subvencionan la creación de empleo como un fín en si mismo. Corto recorrido tienen dichas prácticas.
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