Sabemos que el pequeño comercio en estas fechas navideñas, cuenta con el apoyo de los Ayuntamientos y Asociaciones para que no caiga en el olvido y el ciudadano que pasea por las calles de su ciudad, también realice alguna compra en ellos. Las famosas luces de Navidad son un buen reclamo.
Pero no en todos los lugares cuentan con esa ayuda que aunque sea en un tanto por ciento mínimo, se traduce en alguna venta. En ciudades que tienen el dudoso honor de estar entre las más sucias de España, las autoridades no hacen nada y eso empuja a la gente a huir de los lugares donde se halla el pequeño comercio.
Ciudad turística no puede ser sinónimo de dejadez
Cuando una ciudad vive sobre todo del turismo, lo lógico es que ésta brille como una patena. Que cada rincón ofrezca al turista, un motivo para volver el próximo año o en las próximas vacaciones. Pero no siempre es así. Sobre todo, en ciudades que son de paso, porque en realidad el turismo se queda en los pueblos de la provincia.
Es entonces, cuando el pequeño comercio y las tiendas de toda la vida, se encuentran inmersas en un lugar poco apetecible para el turista pero también para el que reside allí todo el año. Sin luces de Navidad y con las aceras llenas de basura, pocas ganas hay de entrar a comprar o de tomarse un chocolate caliente.
El pequeño comercio tiene que ponerse las pilas, pero la Administración también
Es cierto que se ha de mejorar en la política de devoluciones, en convertir la experiencia de compra en algo positivo para el cliente, pero en este caso, nos centramos en aquellos puntos de España donde poco o nada parece importar este sector y donde más pronto que tarde, esos comercios desaparecerán.
Se trata de un problema de empatía. Parece que hay alcaldes que luchan por salir en las portadas de todos los medios de comunicación cada dos por tres, y luego hay otros, que cuando pasean por la ciudad o pueblo que gobiernan miren para otro lado, cuando la basura se acumula o un barrio se degrada.
Además de falta de miras, este tipo de gobernante hace mucho daño no sólo al pequeño comercio sino a todos los habitantes. Tarde o temprano la dejadez repercute en los vecinos.
Por este motivo, no todas las ciudades cuentan con luces navideñas para la zona del comercio tradicional sino que además, han de sacar la escoba para que algún valiente ciudadano, decida dar el paso y comprar.
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