Descansar en verano para un autónomo, es un lujo
Oyendo al profesor Gay de Liébana, resulta entre llamativo y genera una serie de sentimientos de impotencia, al oírle afirmar que un autónomo no puede permitirse ni estar una semana fuera, es decir, no puede marcharse de vacaciones, y menos sobre todo si se trata de un autónomo que no cuenta con asalariados.
Época de turismo, época de descanso para otros, sobre todo los que vienen de fuera de España, pero que no va de la mano de una mejora de las ventas. El escenario no es tan idílico como en otras ocasiones, de hecho, el turismo va perdiendo fuerza y es el pez que se muerde la cola. Si no se generan ingresos, no hay descanso. Si no se generan ingresos, no se puede hacer frente a gastos imprevistos.
Las primeras vacaciones pagadas, ahora resultan un lujo para unos pocos
Son fechas de anuncios relacionados con playas, viajes y consumir ocio. A la vez, son fechas en las que un elevado número de ciudadanos no puede ni soñar con estar siete días fuera de su lugar de trabajo. ¿En qué hemos avanzado?
Muchos de nuestros abuelos nunca entendieron eso de descansar mientras te paga a empresa. Vivir sin hacer nada, decían, era cosa de señoritos; los demás no tenían más remedio que ir todos los días al tajo si querían comer.
Es a partir del siglo XIX cuando surge entre los círculos más cercanos al poder el deseo de disfrutar del tiempo libre. A principios del nuevo siglo, militares, maestros o empleados públicos disponían de permisos que les permitían ausentarse unos días de sus obligaciones.
15 días de vacaciones para los funcionarios en 1918
Una ley de 1918 contemplaba 15 días de vacaciones para todos los funcionarios. Un año más tarde, otra norma abría la puerta a que capitanes y oficiales de la marina mercante disfrutasen de un mes de permiso remunerado.
Pero, aquella situación se alargaría hasta 1931 con la Segunda República, donde se aprobó una norma -Ley del Contrato del Trabajo- que contemplaba en su artículo 56 un permiso anual retribuido de siete días para todos los asalariados.
Fue una normativa pionera que apenas tuvo repercusión en aquella España agrícola. Y las convulsiones políticas impidieron la estabilidad necesaria para que las clases urbanas se beneficiasen de su implantación.
Un antiguo cartel propagandístico de los socialistas franceses recuerda que las vacaciones pagadas -'congés payés'- fueron gestadas cuando ellos encabezaban el Gobierno. «Nos vamos de vacaciones! Usted también... ¿Gracias a quién?».
En 1936 se reconocieron dos semanas de vacaciones que pasaron a ser cuatro en 1968. Mitterrand implantó la quinta semana en 1982. En nuestro país las cosas no han ido a mejor. Para empezar el derecho a vacaciones pagadas llegó tarde, y ahora, en pleno siglo XXI no todos los ciudadanos pueden permitirse un mes de ocio y descanso.
Años 60, llega el veraneo tal y como lo conocemos
Obviamente, una vez más, no para todos puesto que en diferentes profesiones, sobre todo si saltabas de un contrato a otro, las vacaciones no estaban contempladas, pero al menos, ya se consolidó como un derecho en el Estatuto de Trabajadores.
Cuando el empleo estable desaparece, con él se acaban las vacaciones y retrocedemos en el tiempo. Si hace décadas se luchó por lograr siete días de descanso y en 2019, un autónomo no puede ni permitirse una semana para tomar vacaciones, algo no funciona en el actual mercado laboral.
Artículo 24 según la Declaración de Derechos Humanos: Toda persona tiene derecho al descanso, al disfrute del tiempo libre, a una limitación razonable de la duración del trabajo y a vacaciones periódicas pagadas
En la actualidad se persigue un sueldo digno y nada más
No hay más que ver el baile de cifras y promesas sobre el salario mínimo, ése al que al autónomo le cuesta tanto llegar. Y por el que apuestan los políticos como promesa electoral. ¿Realista la propuesta o un imposible en la actualidad?
Si para lograr un empleo ya se atraviesa una suerte de obstáculos, pretender que te paguen más de 900 euros, y contar con un mes de vacaciones es todo un reto.
Los trabajadores saltan de un trabajo a otro para llegar a fin de mes. Los autónomos se ven con el agua al cuello, para poder pagar sus gastos y ganar lo suficiente como para obtener beneficios. De hecho, el número de autónomos crece, pero no con ello una mejora en sus derechos. Y las vacaciones, parecen ser lo último en lo que se piensa, como hacían, curiosamente, nuestros abuelos.
Sin descanso, los autónomos forman parte de una nueva clase: trabajar si quieren llegar a fin de mes
No es que los asalariados lo tengan mucho mejor, pero si a día de hoy, una persona que goza de unos días de vacaciones, le dice a otra que sabe que es autónoma: "Disculpa, no quería alardear de tener vacaciones", el mensaje es claro: hemos retrocedido y mucho en cuanto a derechos.
El concepto de que los empleados están tratando de ganar un salario digno y de que sus empleadores tienen obligaciones hacia ellos, se está erosionando de manera constante en algunos países donde estaba bien establecido, a pesar de que avanza de manera interrumpida en otros donde nunca se ha asentado del todo.
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