Desde el pasado 1 de enero, los autónomos están obligados a cotizar tanto por cese de actividad como por enfermedades profesionales y accidentes de trabajo. Tras esa fecha, se ha intensificado la atención que reciben los autónomos por parte de las mutuas de trabajo, ampliando las coberturas a todas las contingencias profesionales y no solo a las comunes, tal y como se venía haciendo hasta ese momento.
De hecho, los autónomos tuvieron hasta el 31 de marzo de este año para elegir una de las 19 mutuas que colaboran en la gestión de las prestaciones con la Seguridad Social. Pero, ¿en qué consiste su trabajo y cómo pueden beneficiar al autónomo?
En primer lugar, las mutuas son entidades que se encargan de proteger a los trabajadores autónomos (y también asalariados), facilitando la gestión de las prestaciones económicas y de la asistencia sanitaria, incluida la rehabilitación.
Al fin y al cabo, se trata de un trámite más de la Seguridad Social, ya que obtienen recursos y servicios públicos, lo que hace que su tutela corresponda a la Administración del Estado a través de la Secretaría de Estado de Seguridad Social y sus organismos adscritos.
Pero además, las mutuas se hacen cargo a partir de las cotizaciones de los autónomos que estén incapacitados de manera temporal a partir del día 61. De esa forma, las cuotas serán retraídas del recibo del recibo del autónomo por la propia tesorería de la Seguridad Social.
Por eso, hay que valorar qué mutua de trabajo escoger, basándose en dónde reside el trabajador y dónde tiene su residencia la mutua de trabajo, pues la proximidad es un factor muy valorable por el profesional autónomo.