Están sonando voces en los ayuntamientos de nuestras ciudades con objeto de recortar drásticamente las iluminaciones navideñas, actividades culturales y de ocio programadas con objeto de pasar lo más económicamente posibles las fiestas que se avecinan.
Dejando en un plano inferior la vertiente sociocultural de estas fiestas, creo que es un error derrochar el dinero, al igual que lo es no gastarlo en absoluto en este tipo de acontecimientos. Las navidades son fechas propicias para el consumo, en muchos sectores, en donde generar un ambiente por parte de todos que favorezca a este consumo es bueno.
Si nos tiramos a la calle a realizar las compras de los regalos que todos solemos hacer, alguna cosa para nosotros mismos, las cenas o salir a tomarnos una copa, pero por parte de nuestro ayuntamiento nos encontramos con inversión cero en espectáculos, decoración y demás, la verdad que lo único que nos va a dar ganas es de quedarnos en casa.
En este punto, el pequeño comercio tiene mucho que decir. Poder salvar el año o no, maquillar los resultados y conseguir que se realice un consumo responsable es labor de administraciones, comerciantes y ciudadanos. La faceta psicológica de la crisis es muy importante y podemos terminar de dinamitarla si eliminamos totalmente las actuaciones típicas que todos hacemos en navidad.
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