Hoy en día casi todo el mundo coincide en que para salir de la crisis es necesario diferenciarse, crear algo nuevo, en definitiva, innovar. Pero a pesar de ello, en España muchos permanecen incrédulos ante las distintas iniciativas innovadoras que otros se aventuran a emprender.
Esta reacción, en mi opinión, no es otra cosa que la envidia que tienen los que así los miran, cuando ellos mismos desean cambiar su estado (proyecto empresarial) y que por distintos motivos no se animan a hacerlo. Buena muestra de ello es cuando presentamos ante algunas personas nuestro proyecto o ideas, y cuando les pedimos opinión nos devuelven expresiones del tipo: "creo que en esta comarca no tendrás el mercado necesario", "tendrás mucha competencia", o simplemente "¿estás seguro?"
A la vista de ello, pedir opinión a las personas inadecuadas nos quitan más de lo que nos dan, por lo que un emprendedor no puede permitirse el lujo de hacer caso a estas impresiones ignorantes que pueden robarnos el empuje y la decisión que tanto necesitamos en las primeras etapas de nuestro nuevo proyecto empresarial.
En conclusión, cuando se tiende a valorar algo que resulta incómodo, por varios motivos, se tiende a despreciar y a mostrar ignorancia cuando son ellos los propios ignorantes, y en consecuencia la mejor estrategia es hacer caso omiso de todas aquellas impresiones que nos pueden perjudicar.
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