En estos últimos días estamos viendo imágenes dantescas sobre lo sucedido en Japón, y vivimos con dolor y preocupación lo que sucede en esa parte del planeta, pero eso no significa que como de todas las desgracias, de todas las situaciones de la vida, por malas que estas sean se pueden sacar conclusiones, y esta no es una excepción.
Y no es una excepción pues las muestras de coraje, resistencia y educación del pueblo japonés nos sirven de ejemplo a todos, de que como incluso en el peor de los casos siempre existe la esperanza. De como incluso en medio del caos podemos mantener la serenidad y la templanza, y eso que nos sirve como personas particulares, también nos sirve en el día a día de nuestras empresas y de nuestras carreras profesionales.
No voy a entrar a valorar los daños causados por el desastre natural ni sus consecuencias económicas, tampoco voy a entrar a analizar el incidente nuclear que se ha producido (más allá de decir que a pesar de este incidente sigo viendo a la energía nuclear como una solución energética segura y necesaria, y critico a los oportunistas verdes que aprovechan la ocasión para enredar a la población), pero lo que si quiero destacar son esas imágenes de una sociedad desolada, de una sociedad en situación de desastre total pero manteniéndose alejada de las imágenes de caos y de pánico que en otros lugares del mundo pasarían.
Ojala en nuestro país y en muchos parecidos al nuestro las personas y las empresas tuviesen tan solo una mínima parte de ese temple, resistencia, y educación que ha mostrado la sociedad japonesa. Otro gallo nos cantaría si en momentos de crisis mantuviésemos la calma, y la educación, si nos mantuviésemos ordenados y sobre todo esperanzados. Pero aquí no, aquí enseguida lo vemos todo desastroso y ante el más mínimo problema tendemos al caos.
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