La gestión de tesorería de nuestra empresa ha de basarse, entre otras cosas, en diseñar una buena estructura de cobros que nos permita adelantar en lo posible las entradas de dinero procedente de nuestras ventas y retrasar los pagos, aprovechando las condiciones que nos ofrezcan nuestros proveedores.
Recordemos que esta estructura no debe chocar ni con la política de marketing ni con la imagen de la empresa y que el diseño de ese flujo de dinero debe ser la adecuada para alcanzar el efectivo cero, que permita una menor necesidad de inversión y financiación a corto plazo.
En cuanto a la estructura de cobros debemos plantearnos varios puntos a la hora de su definición. En primer lugar debemos minimizar los costes y procesos administrativos internos necesarios para realizar esos cobros. Cuanto más simple y automático sea el procedimiento de cobro más eficiente y barato será.
Otro punto a considerar son los medios de cobro que podemos poner a disposición de nuestros cliente: su rapidez, su coste y su mayor o menor necesidad de seguimiento. Son muchos lo medios de pago entre los que podemos elegir, algunos tan sencillo como que el cliente pague mendiante transferencia suponen que el cliente asuma su coste pero implica un proceso administrativo mayor, controlar cuándo se realizan, si se esperan varias transferencias del mismo importe saber a quién corresponde, etc.
En otros sistemas como las letras de cambio o los pagarés nos permiten adelantar el cobro aunque el cliente difiera el pago, a través de la negociación bancaria de los efectos, pero siempre asumiendo que nuestra entidad nos permita ese anticipo y teniendo en cuenta el coste de ese anticipo.
La posibilidad de emitir y domiciliar recibos puede ser una manera de tomar la iniciativa en el cobro, al ser nosotros los que enviamos el recibo a la cuenta del cliente y no tenemos que esperar a que éste nos pague mediante los sistemas antes indicados, pero tengamos en cuenta el coste del servicio y el proceso administrativo de generar y enviar esos recibos. El factoring es podría ser una alternativa a la emisión de recibos, su funcionamiento es, en cierto modo, muy similar al descuento de efectos, por lo que debemos considerar su coste.
Independientemente de todos estos sistemas y sus características, un problema añadido que debemos considerar es el riesgo de impago. Los costes de devolución de recibos, los gastos de devolución de un pagaré que no se pueda hacer efectivo y, por supuesto, el tratamiento administrativo de reclamación de esos impagos.
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