Me gustaría que todos juntos hiciésemos unos ejercicios espirituales. O mejor dicho, un ejercicio espiritual-empresarial. Hacedme ese pequeño favor. Ya sabéis, relajaros, concentraros, conectar con vuestra voz interior (o con vuestro mini-yo, como queráis) y, al igual que hacía la malvada Madrastra de Blancanieves, formulad las siguiente preguntas a ese espejo mágico.
¿Le tocan siempre los marrones al mismo en mi empresa?
¿Se tensa más la cuerda con los más capactados, con los que más se esfuerzan?
¿Existe una casta de profesionales en la empresa a los que no se les encomienda nada relevante?
Estos últimos,¿carecen de todo tipo de presión?
Bienvenido a la por mi denominada Ley de la gravitación empresarial: cuánto mejor haces tu trabajo, más trabajo te dan. Los jefes sienten una irresistible atracción por encomendar tareas de todo tipo y por presionar hasta la extenuación a los más capaces y comprometidos. Para restablecer el equilibrio universal en la empresa, esta fuerza se ve compensada con otra de signo contrario por la que aquellos que nunca se implican, que nunca realizan las tareas con eficiencia ni interés, jamás acaban siendo presionados o tensionados por sus superiores.
De un modo fino, en otra clave de lectura, se explica por la paradoja de la productividad, de Sangers:
Una vez que te has mostrado más productivo, la gente requieren más de ti. Te pasan más trabajo y requieren mejoras resultados de ti[...]Solo si tienes claro el 'porque' evites la decepción sí después de incrementar la productividad no tienes ni un minuto más de tiempo libre porque haces mucho más trabajo.
Esto, que a corto plazo puede parecer lógico (que tiren los que saben y queren), a largo plazo es un tremendo error. Están por un lado aquellos que viven en una especie de paraíso terrenal, y que nunca son molestados por las necesidades de la empresa. Por otro aquellos,generalmente los más capaces, que acaban quemados y transformados en en profesionales del primer tipo. O bien acaban largándose a la competencia (donde, como triste consuelo, ya que la ley suele funcionar allí también, cobran más al menos). Es el llamado Efecto Mar Muerto, el agua se va y sólo queda la sal.
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