Uno de los problemas que tienen muchos usuarios profesionales a la hora de gestionar su trabajo es la comunicación con clientes u otras empresas. El correo electrónico es uno de los medios más utilizados, pero la realidad es que es poco efectivo en muchos casos. El principal problema es que los mensajes de correo se ignoran por parte del destinatario.
Es habitual que cuando alguien envía un mensaje no sabe si la persona que tiene que recibirlo lo tiene o no. Asumimos que es así cuando no tenemos ninguna notificación de error o el mensaje no es devuelto, como ocurriría si lo para un lista antispam, si hemos introducido mal la dirección, etc. Pero no sabemos si se ha recibido o leído.
En Outlook existen las opciones de confirmación de entrega o de lectura. Pero no es del todo fiable. El destinatario puede haber recibido el mensaje, abrirlo y leerlo, pero rehusar enviar la notificación de lectura. Incluso puede tener configurado su correo para que nunca le pida enviar dichas confirmaciones.
Esto por no hablar de cuando el mensaje llega pero se va a la carpeta de spam, se ha introducido algún filtro que automáticamente lo clasifica o lo marca como leído, etc. Por lo tanto de poco sirve y en muchos casos se acaba por llamar para saber si han leído o no dicho mensaje. Al final se recurre a un medio de comunicación directa, lo que resulta una pérdida de tiempo.
La otra opción es el envío de la confirmación de recepción del mensaje a través de WhatsApp, que viene a ser más de lo mismo, pero algo menos intrusivo para el receptor, pero al menos resuelve la duda, sobre todo si se ha enviado documentación para revisar. Al menos el cliente está avisado, para que si no llega vuelva a solicitar el envío de la misma.
En webmails, como Gmail o similares existen extensiones que nos facilitan conocer si alguien ha leído o no nuestros mensajes a modo del doble check de WhastApp. Un check, significa que ha llegado y el doble check que lo han abierto, pero no que lo hayan leído. Lo mismo ocurre con otros clientes de correo, como Mailspring, que nos permiten cierta trazabilidad sobre nuestros mensajes para saber quién los ha abierto y quién no.
Lo peor de estos métodos es que la recepción de este correo no implica que el destinatario lo haya leído, ni entendido, solo su apertura. Por lo tanto, al final casi es mejor comunicarnos con un cliente por mensajería instantánea y enviar después la documentación a través de correo o como archivo adjunto del cliente de mensajería.
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