Muchas empresas llegan al verano sin tiempo para respirar. Solo esperan coger unos días de descanso para volver un mes o un par de semanas después con fuerzas renovadas. Pero si no se planifica en verano, en septiembre no se aprobarán las pendientes. Me refiero al ciclo de mejoras que toda empresa tiene que llevar a cabo.
Dentro de la planificación de inversiones, la realidad es que después de cerrar la primera parte del año muchas empresas saben qué aspectos deben mejorar y cómo contar con mejores herramientas u optimizar las que ya tienen les ayudaría en el futuro. Pero llegan las vacaciones y se olvidan de todo pensando en que más adelante se hará lo que se necesite.
Y esto es un error. Lo veo año tras año, aquellas que en verano no han planificado, se encuentran con problemas en otoño, van a remolque y en muchos casos se ven obligados a afrontar los cambios cuando empiezan a fallar las cosas. No elegimos cuando, sino que programas, sistemas o hardware nos imponen cuando hacerlo. Y esto representa un grave contratiempo para la continuidad de negocio.
Más con un horizonte como el de este año en las empresas donde Windows 7 y Windows Server 2008 R2 dejarán de recibir actualizaciones de Microsoft en enero de 2020. ¿Cuántos equipos de vuestras empresas tienen estos sistemas? ¿Se ha evaluado su sustitución, su actualización, otras alternativas?
Por mucho que salgamos por la puerta sin tomar decisiones no se va a mejorar. La cuestión es que a la vuelta de vacaciones los problemas seguirán estando encima de la mesa, pero no habrá ni tanto tiempo, ni un momento de bajo nivel de actividad como el verano para realizar los cambios.
Imagen | TeroVesalainen