Llegar a la oficina y prepararse un café, leer el correo o el periódico y luego ya ponerse a trabajar. Este es el día a día de mucha gente en el trabajo que desperdicia las horas más productivas del día con tareas intrascendentes. Son varios los problemas que provocan este comportamiento, malos hábitos, falta de organización o de sueño.
Todos sabemos que las primeras horas del día son las más productivas, y sin embargo las pasamos preparándonos para salir de casa, desayuno, transporte y la llegada. Si a esto le sumamos un arranque lento en nuestro puesto, con tareas intrascendentes, hemos perdido lo mejor del día y no hemos acabado nada.
Un horario flexible y posibilidad de madrugar más
El primer paso para tratar de revertir la situación es ser conscientes de que necesitamos un cambio. Y luego ser capaces de realizar un cambio de hábitos, que muchas veces va mucho más allá de lo que hacemos en el trabajo e implica también un cambio en lo personal. Porque parte de esta lentitud para ponernos en marcha muchas veces se debe a la falta de sueño. ¿Cuántas veces hemos oído la frase de yo hasta que no me tomo un café no soy nadie?
Hay que madrugar más para tratar de organizarse mejor. Empezando por nuestra casa, con la preparación del día. Y después porque por lo general, madrugar más implica menos atascos y menos estrés por llegar tarde. Para ello es fundamental irse a dormir antes y, en la medida de lo posible, descansar mejor.
Las horas más creativas las pasamos metidos en un atasco o en el trasporte público
Estas iniciativas son más fáciles de tomar siempre que nuestra empresa tenga horario flexible de entrada. De otra forma simplemente llegamos antes y nos quedamos tomando café en el bar. Y lo cierto es que en estos casos madrugar sirve de muy poco. Si tampoco tenemos la posibilidad de trabajar desde casa estas primeras horas, lo cierto es que poco se puede hacer con los horarios.
La falta de planificación es la culpable de que no seleccionemos las tareas adecuadas para las horas más productivas. Son aquellas en las que necesitamos una mejor concentración las que tenemos que ejecutar en primer lugar, dejando otras para el resto del día. ¿Necesitas leerte todo el correo nada más llegar? ¿Todo lo que te ha entrado es urgente?
Si como última tarea del día planificamos las primeras del día siguiente ya tenemos mucho ganado. Con este pequeño gesto nuestra capacidad de trabajo se multiplica. Se pueden hacer muchas más cosas para mejorar, desde aprender a evitar interrupciones, mejorar la flexibilidad de planificación, etc.
Imagen | BenKannenberg