Las empresas poseen en sus orígenes la necesidad básica de cubrir la gran mayoría de estas cinco áreas principales: finanzas, contabilidad, gestión de personal, producción y ventas.
Este esquema supone que en empresas sencillas se contará con estructuras sencillas y que según crezca la empresa, se complica la gestión y el organigrama. La creación de un departamento de marketing, por tanto, deberá llegar de forma natural siguiendo una serie de pasos.
Comenzamos con un departamento de ventas simple
Olvídense de crear una empresa desde cero en la que implantar un departamento de marketing, pues en la mayoría de las ocasiones se convertiría en un coste que no se podría excusar en la práctica. Esto lo podemos dejar para los grandes proyectos multinacionales que vengan impulsados por grandes inyecciones económicas.
Todo suele partir de un departamento de ventas simple en el que el propio director de área puede ser también vendedor. Las tareas de marketing recaerán en sus espaldas mientras se trabaje con una carga abordable y se pueda compaginar con sus funciones habituales.
Según crezca la empresa (si lo hace), se complicarán las áreas a controlar, siendo especialmente notorio cuando se ataquen nuevos mercados o áreas geográficas.
En el organigrama podremos notar estas nuevas necesidades, pues el director de ventas posiblemente separe las actividades de los vendedores, de las funciones propias del marketing y derivados. Al menos así debería ser para poder realizar dichas estrategias con éxito sin desatender a ningún mercado.
De las necesidades de especialización al departamento hay un paso
Las necesidades de especialización y el tamaño del mercado harán imprescindible la contratación de un profesional experimentado en este área, que actuará a instancias del director de ventas.
Según aumente el volumen de trabajo, se verá natural que este experto sea nombrado director de Marketing y que se encargue de la gestión del área y de los posibles empleados que puedan surgir en ella.
A estas alturas, podemos tener un organigrama en el que el presidente de la compañía esté sobre un director de ventas y un director de marketing. Esa bifurcación puede producir algunos roces y percances entre áreas y el presidente tarde o temprano puede que necesite complicar aún más el esquema, pero simplificando sus gestiones.
Aunque el departamento de marketing ya estaría formado, la figura estaría finalizada con la creación de un puesto de "director de marketing y ventas", que organizaría y gestionaría los objetivos de ambas áreas para que trabajen en armonía.
No es extraño que este puesto sea ocupado por el anterior director de ventas, que podría haber vivido toda la evolución del proceso adquiriendo experiencia en ambas áreas. Además, gozaría de la confianza de la presidencia. Aún con esto, la visión estratégica de un experto en marketing podría ser más útil en este tipo de puestos (según mi parecer).
Sea como sea, puede parecer lógico decir que el departamento de marketing se formará poco a poco, pero no por ello es menos importante recordar que forzar su creación no traerá el éxito como una varita mágica, sino que posiblemente sea este el que haga que las funciones se aglutinen en un departamento propio. Poco a poco y con buena letra, todo funciona mejor cuando llega en el momento adecuado.
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