A veces tan peligroso es entrar en un mercado, cuando el mismo ya está excesivamente maduro y corre riesgo de entrar en breve en su fase de declive, como hacerlo cuando el mismo aún esta por explorar, y sino que se lo pregunten a esas grandes ideas que perecieron en un cajón porque nadie las entendió.
Cada una de las dos estrategias anteriores (entrar en la madurez de un sector, o entrar cuando el mismo casi o ni existe) viene revestida de ventajas e inconvenientes, y solo de nosotros dependerá evaluarlas y decidir que camino a seguir.
Obviamente más atractiva parece la idea de entrar en un mercado virgen, un mercado virgen que podamos moldear a nuestra manera, marcar el paso a seguir y llevar la voz cantante. Pero la pregunta es, ¿por cuánto tiempo podremos llevar la voz cantante?, y la siguiente pregunta sería, ¿ese tiempo que llevaremos la voz cantante nos será lo suficientemente rentable para subsistir después?, y ¿qué haremos luego? Sin duda no hay una única respuesta.
Yo soy partidario de que lógicamente si podemos dar un zarpazo al mercado lo demos, y si además lo que creamos es algo nuevo e innovador siempre nos llevaremos eso por delante (además del honor de ser los pioneros), pero en otros casos dejar verlas venir y dejar que el riesgo (y puede que los éxitos, pero también los trompazos) se los lleven otros puede ser una buena estrategia, y sino que se lo pregunten por ejemplo a Samsung y su tableta.
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