En ocasiones identificamos una empresa con un fábrica de la que salen productos físicos, con horarios, estructura y quizá perdemos de vista que un comercio también es una empresa y debe organizarse como tal, cada vez es más frecuente que se tome consciencia de esta nueva manera de enfocar el negocio y se incorporen herramientas de gestión empresarial en la definición de la nueva propuesta.
Las grandes empresas de distribución lo tienen claro, sin embargo los nuevos comercios que se abren, pierden de vista cuestiones esenciales a la hora de abordar un nuevo proyecto empresarial. En una reunión reciente con unos arquitectos les llegan proyectos para abrir nuevos establecimientos que no responden a que han detectado una necesidad insatisfecha o una oportunidad de mercado, sino que responden a intereses y gustos particulares del promotor sin más reflexión que la necesidad emocional de vivir de aquello que le apasiona.
Además de que exista un interés personal en la actividad a la que se va a dedicar gran parte de la jornada laboral, es conveniente que tenga visos de permanencia y recorrido y aquí es conveniente hacerse unas preguntas:
- ¿Por qués? qué es lo que te impulsa a afrontar esta actividad y por qué consideras que nadie la puede satisfacer mejor que tú.
- ¿Quién? hay alguien que ya ofrece lo mismo, ¿lo conoces? ¿sabes cuáles son sus puntos fuertes?¿y los débiles?. ¿A quién vas a ofrecer tu producto?
- ¿Cómo? aquí es donde entra en juego el aporte de un estudio de arquitectura, de un especialista en interiorismo, diseñadores, gestor...¿organizas los procesos por los que entregas valor de manera diferente?
Quizá parezca simple la entrada, pero me consta que en gran medida hay preguntas que no se han respondido convenientemente en alguno de los proyectos que se ponen en marcha y esa reflexión previa evita males posteriores en un negocio que requiere una significativa inversión para llevarlo a cabo.
Imagen | Alison Christine