Este es el título de un articulo que publica hoy El País donde se hace referencia a los tímidos datos positivos que hemso tenído en los últimos meses y que, según varios expertos, lejos de significar un inicio de la recuperación, sólo son un espejismo ante lo que puede ocurrir desde ahora hasta final de año.
El artículo hace especial incidencia en las pymes ya que, según los datos del INE, la inmensa mayoría de las empresas que han desaparecido durante la crisis eran negocios sin asalariados o con plantillas inferiores a cinco empleados y esta estructura se repite en el caso de las nuevas sociedades que se crean. Hay varios puntos que nos llevan a pensar que, lejos de haber aprendido de esta crisis que debemos cambiar la estructura del tejido empresarial, seguimos anclados en un sistema que ha sido el que nos ha llevado a esta situación.
Una de las circunstancias que está llevando a un aumento en el número de creación de empresas es que quienes pierden su puesto de trabajo deciden emprender un negocio, sobre todo en el sector servicios y el comercio, que suman el 75% de las sociedades nuevas. Es decir, la inmensa mayoría de los emprendedores lo son por necesidad e inician su actividad empresarial en sectores tradicionales o no estratégicos, justamente los que más dificultades tienen en este momento, y los que menos posibilidades de desarrollo tienen.
Tratamos hace unos días, la dificultad del sector comercial y que el mercado hace su selección natural y sólo sobreviven aquellos que ofrecen algo distinto, que el 75% de los nuevos negocios se centren en estos sectores no es más que pan para hoy y hambre para mañana.
Por otro lado, otro dato pone de manifiesto la debilidad de los datos de creación de empresas, ya que más del 50% de las nuevas empresas creadas no tienen empleados, son exclusivamente autoempleo ya que “el emprendedor ha vuelto a surgir en un movimiento que busca encontrar una salida al desempleo”.
Si unimos sectores en difícil situación, o con pocas posibilidades de prosperar, con una debil éstructura empresarial tenemos un coctel explosivo. Todavía se destruyen más empresas de las que se crean y, la gran mayoría de estas nuevas empresas no superarán los 3 años de actividad, según las estadísticas, por lo que el declive de las pymes españolas, bajo este modelo, no tiene freno.
La apuesta por sectores productivos innovadores, por la formación empresarial, por un fomento del autoempleo en condiciones, y no por necesidad o a la desesperada, son las claves para el cambio. Repetir los errores del pasado sólo nos llevará al fracaso.
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