El valor o la importancia de la idea sigue siendo uno de los temas a debate entre los emprendedores. Para mí, ya lo he manifestado en varias ocasiones, la idea no es determinante en el éxito ya que éste depende más de la ejecución del modelo de negocio que del origen del mismo.
Sin embargo, no pocas veces, podemos encontrarnos con emprendedores recelosos de contar cuál es su idea de negocio. Desconfían de que álguien pueda copiarla y perder esa supuesta ventaja competitiva que su imaginación parece haberle otorgado. Se llega incluso al extremo de pretender entrevistarse con un inversor con el objetivo de conseguir capital para ponerla en marcha sin dar detalles ni de lo que se va a hacer ni de cómo se piensa hacerlo.
Sinceramente, salvo los casos de diseños industriales novedosos que hayan de ser patentados y que sí puedan ser objeto de espionaje industrial, en el resto de los casos proteger la idea es absurdo.
En primer lugar, lo que a alguno le parece una idea novedosa se le ha ocurrido antes a mucha gente. Contaba un conocido inversor privado español al que oí en una charla hace unos meses que los miles de proyectos que un inversor profesional puede ver en un año se pueden agrupar en tres grandes proyectos que luego se van repitiendo. Las ideas originales no existen en la inmensa mayoría de los casos.
Por otro lado un emprendedor ha de plantearse que si está ante un auditorio de 100 personas a las que les cuenta su ideas, seguramente a 50 de ellos no les gustará esa idea; de los otros 50, 40 aún gustándoles esa idea no se plantearían llevarla a cabo; de los 10 restantes, 9 ya no pensarían igual al día siguiente una vez que la analizaran con calma. Finalmente el que queda, el posible competidor, desechará el proyecto por otros motivos (no tener tecnología para desarrollarla, no abandonar su proyecto para inciar otro distinto o no verlo viable).
En el caso de un inversor, la cosa está más clara todavía. Pensar que un inversor privado pretenda copiar una idea de un emprendedor para desarrollarla por su cuenta es desconocer cómo se comportan los inversores. Puede haber alguna excepción, pero la inmensa mayoría de ellos invierten en proyectos de otros precisamente para no tener que desarrollarlo ellos y poder ganar dinero de todas formas, no tiene sentido que aparten a los promotores del proyecto para hacerlo ellos mismos.
Por tanto el emprendedor no ha de tener miedo de comentar su idea, es muy poco probable que alguien le vaya a copiar. Aún en el caso de que eso pudiera ocurrir, él tiene la ventaja de que conoce mucho mejor el proyecto, el desarrollo de esa idea y como llevarla a cabo.
En Pymes y Autónomos | No escondas tu idea de negocio Imagen | Antonio Esponda