La creatividad responsable, en esencia, se define como la capacidad que un profesional tiene para redefinir el modo en el que lleva a cabo sus tareas, y también, de proporcionar soluciones ágiles y eficientes a problemas antiguos, además de lograr procedimientos más eficaces y/o eficientes de los que se venían utilizando con regularidad.
Como ya hemos comentado algunas veces en estas páginas, el ser emprendedores, creativos y repensar la forma en la que hacemos las cosas, son iniciativas muy interesantes, de reconocido interés, pero por contra, con una escasa implantación en las empresas.
Pero, si resulta tan positivo para todos, ¿por qué no avanzamos en este sentido? Pues principalmente porque en la mayoría de los casos prima conseguir un resultado rápido a invertir el tiempo necesario para tratar de ser más eficientes. Utilizando frases como por ejemplo el típico "ya lo haré más adelante" o "a ver si nos vemos y abordamos este asunto", posponiendo en el tiempo algo que no nos interesa aplazar para nada.
Es cierto que en muchas ocasiones la culpa es imputable a la organización, pero en otras ocasiones corresponden al propio trabajador, que aún disponiendo tiempo al ir holgado con su planificación, no cuenta con la motivación suficiente. ¿Tal vez deberíamos darle la prioridad necesaria para lograr su desarrollo? La vía será posiblemente introducir algunos incentivos para crear esta necesidad entre todos los miembros que integran la organización.
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