Hace unas décadas, comprar una simple caja de preservativos era impensable para la mayoría de nosotros, bien por la dificultad para adquirirlos, o bien por el propio miedo al que dirán si me ven comprando semejante artículo. A día de hoy, es una rutina que realizamos cualquiera de nosotros lo mismo que compramos una barra de pan.
Pero, ¿que ocurre con el mercado de artículos eróticos, y con los propios sex-shop? ¿Habéis observado que la inmesa mayoría buscan ubicaciones apartadas, en calles poco transitadas y además ocultan el propio paso interior de sus clientes?
Si todos tenemos una mentalidad tan progre ¿por qué seguimos permitiendo y montando estos negocios como si fueran lugares prohibidos?. Es inconcebible la poca adaptación del sector al cambio de mentalidad que se respira a nivel social. Uno de los pocos ejemplos de evolución en el sector la ha realizado Durex.
Esta empresa fue la primera que lanzó un juguete erótico publicitándolo a todos los niveles, y comercializándolo en variedad de sitios como herbolarios, grandes superficies o farmacias. Esta afirmación de buena gestión comercial, se corroboró en una encuesta realizada a 26.000 personas, en la cual un 60% preferiría que los juguetes eróticos se comercializaran en tiendas convencionales y así potenciar su vida sexual.
A partir de esta experiencia, podríamos extrapolar dicha filosofia al mercado de los de los sex-xhop. Si estos se implantaran con el comercio tradicional y siguiendo sus pautas aumentarían sus ventas exponencialmente. Si realizaran campañas de publicidad mediante marketing directo, evidentemente ganarían usuarios, valga por ejemplo, regalar sus artículos tales como vibradores, bolas chinas o lubricantes al hipotético mercado objetivo.