Cuando la situación nos supera y no podemos salir de un gran problema empresarial algunas personas intentan buscar soluciones creativas y tirar de optimismo para aguantar, no obstante cuando nada da el resultado deseado podemos decaer y sentir que hagamos lo que hagamos todo seguirá igual.
Los continuos fracasos han ido mellando nuestro carácter y nos debilitan hasta el punto que podemos entrar en un estado de abatimiento. Esto significaría entrar en una especie de parálisis en la que nos dejaríamos llevar por la desgracia. Sobre esto se han centrado varias investigaciones de Martin Seligman, que demostró la existencia de esta "indefensión aprendida" en los años 90 mediante un curioso experimento.
Las empresas tienen como columna básica la acción y la toma de decisiones con un fin concreto pero en ocasiones parece que dependemos de los factores externos que nos atacan. Seligman está convencido de que la capacidad de las personas para caer en la desesperanza se basa en valores internos que se pueden definir como perfiles optimistas y pesimistas. Llevado a la gestión empresarial podemos ver un reflejo en los estilos de dirección.
Uno de los experimentos con el que Martin Seligman demostró la existencia de la indefensión lo realizó con dos perros que introdujo en dos jaulas con el suelo electrificado. No tenía una intensidad fatal pero sí molesta. El caso es que uno de los animales disponía de una palanca que podía accionar para parar las descargar que recibía él y su compañero. Este perro cuando tenía la posibilidad detenía las descargas sin problemas.
Resultaba curioso comprobar que la actitud de ambos animales era bastante distinta aún recibiendo el mismo estímulo negativo. Era evidente que la sensación de control afectaba bastante al comportamiento de cada uno. Mientras el suelo estaba apagado uno estaba tranquilo y el otro ansioso y visiblemente asustado y preocupado.
El perro que no podía evitar las descargas terminó agachando las orejas y dejó de intentar huir de las mismas. Se había abandonado a su condición, había aprendido a estar indefenso. Ahora llegaba el punto más importante del experimento: a este animal se le situó en la jaula con la palanca pero aunque recibió descargas no la accionó. Se mantuvo inmóvil y temeroso. Se abrió la puerta y tampoco intentó huir.
Más allá de pensar si se trata de un maltrato animal o no (créanme que hay experimentos mucho peores) cabe pensar cual es el límite entre una lucha con sentido y una guerra perdida. Como vemos, las condiciones pueden cambiar pero si estamos en un estado de indefensión adquirida ni siquiera buscaremos salidas, estaremos abandonados al fracaso.
La clave de esta "paciencia" puede radicar en los perfiles psicológicos de las personas y de nuestros recursos para mantenernos motivados. Los directivos pesimistas pensarán que, tras probar todo lo que se les ha ocurrido (incluso cosas absurdas en su desesperación), la única solución ante un problema aprentemente irremediable es el cierre pero pueden encontrarse problemas incluso por esa vía y podrían terminar simplemente no actuando (no sería el primer caso que veo).
Los empleados pueden no comprender la situación al ver que la empresa no hace nada y el barco se hunde. "¡Claro que se pueden hacer cosas!" puede decir uno de estos empleados que llevan meses sin cobrar ante la pregunta "¿Pero no hay solución?". Lo cierto es que quizás nadie le ha preguntado pues "¿De qué serviría? no hay salida." Repito lo dicho anteriormente, si quien tiene la palanca está paralizado por el estado de indefensión imaginen lo que pueden pensar los que ni siquiera tienen la posibilidad de buscar soluciones.
Los perfiles directivos optimistas pueden verse en el mismo problema pero resulta más difícil que caigan en un estado de indefensión aprendida porque se niegan a pensar que la circunstancia es imposible de cambiar. Para ello no se cierran en sí mismos sino que buscan las respuestas en cualquier sitio. Buscan la colaboración y tratan de actuar con creatividad e ingenio. El perfil positivo no debe ser confundido con un perfil alejado de la realidad sino como uno que la ve de una manera distinta. No creen que la solución pueda llegar sola sino que hay que buscarla en cualquier sitio sin descanso: en algún sitio estará.
"Un optimista ve una oportunidad en cada problema y un pesimista ve un problema en cada oportunidad"
Un día pude leer, no recuerdo dónde, un buen ejemplo sobre la indefensión que hablaba sobre la historia de un elefante de circo. Cuando era pequeño le mantenían encadenado a un palo e intentó huir pero fue incapaz de soltarse. Cuando se hizco adulto tenía la fuerza suficiente para escapar pero ya había aprendido que era imposible y ni siquiera lo volvió a intentar.
No sé si la poca movilización social ante la crisis en nuestro país se debe a un problema de los sindicatos o a que gran parte de la sociedad se ve abandonada a su suerte y piensan que hagan lo hagan no cambiarán nada, quien sabe si estamos sufriendo una gran indefensión aprendida en masa.
No permitamos que estos momentos en los que tan débiles nos vemos impidan que luchemos en el futuro, no caigamos en la indefensión y miremos siempre las cosas con un poco de optimismo. Lo necesitamos por poco que sea pues esto abre más puertas de las que pensamos. Si el elefante lo hiciera no habría cadena ni circo que pudiera sujetarle.
En Pymes y Autónomos | Superar el miedo, ganar nuestra propia vida Imagen | H.koppdelaney