A veces la trayectoria profesional a medida que pasa el tiempo nos consolida en un sector. Pero a veces ya sea por circunstancias personales o laborales, pensamos en cambiar de sector, algo que pasa necesariamente por reinventarse como profesional, una cuestión que no es necesariamente fácil.
A veces el cambio viene forzado por una circunstancia laboral, hemos perdido el trabajo, la empresa ha cerrado y más o menos es algo sobrevenido o que no teníamos previsto. Es el momento que muchos pueden aprovechar para dar un giro a su carrera profesional y buscar un nuevo sector en el que trabajar.
El problema es que si necesitamos trabajar rápidamente o no tenemos un cierto colchón de seguridad, seguramente donde más opciones vamos a tener para encontrar trabajo es el mismo en el que estábamos, ya que contamos con una valiosa experiencia, contactos, etc. que nos ayudan en nuestro currículo.
Una cuestión diferente es cuando nosotros somos los que tomamos la decisión, ya que en estos casos tenemos un control de los tiempos de cambio más adecuados. Se supone que hemos cambiado de sector cuando a nosotros nos interesaba, nos ha surgido una oportunidad o hemos evaluado la viabilidad de un nuevo negocio.
En todo caso no es una decisión sencilla, ya que supone un riesgo importante a nivel económico. Un error bastante común es tratar de convertir nuestra afición en nuestra profesión, cuando muchas veces no hemos evaluado correctamente las posibilidades de viabilidad para ganarnos la vida de esta forma.
Dentro de todas las dificultadas que tenemos para reinventarnos como profesionales, una de las más importantes es tomar la decisión que cierre una etapa y nos abre otra. Incluso aunque nos sintamos atrapados en nuestro trabajo, el vértigo que nos da el cambio nos puede lleva a aguantar en nuestro empleo, desmotivados y cansados, pero pensando que no hay muchas más opciones.
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