Andan las aguas revueltas entre los taxistas y loteros, colectivos que a priori no tienen porqué tener puntos en común pero que actualmente tienen muchos puntos de contacto directo. En ambos casos, se encuentran en pie de guerra contra el gobierno, por las modificaciones legislativas que se les vienen encima.
Para los loteros, la posibilidad de expedición de billetes de lotería automática junto con una modificación normativa que podría aperturar el sector de concesiones administrativas de ONLAE. Para los taxistas, la sombra de la competencia por parte de otros operadores, el miedo a la liberalización de los canales de alquiler de vehículos con conductor. Lo curioso es que todos son autónomos y todos quieren seguir siéndolo a capa y espada. Los taxistas se quejan abiertamente de la cantidad de horas que desempeñan al volante junto con el coste de las licencias, en el caso que hayan pagado un traspaso. Yo me río de esta situación puesto que los taxistas tributan en módulos, considero un grave error que hayan pagado dinero por una licencia y defienden su trabajo al igual que cualquier otro autónomo, que también desempeña una gran cantidad de horas de trabajo.
Pero estos mismos taxistas, deberían ser conscientes que agrupados bajo cooperativas de transporte con ámbito de trabajo local o provincial, podrían cotizar en el régimen general. mejorar la prestación de servicios, ofrecer sistemas de desplazamientos combinados, bonos para los usuarios y ser un verdadero servicio público.
Claro está que quizá este sistema no les interese porque el mecanismo con el que gozan actualmente les permite tener una unidad de taxi funcionando las 24 horas al día asumiendo los mínimos gastos posibles y corriendo con un empleado en régimen de comisionista puro y duro. Esa figura es impensable en cualquier otro sector.
Respecto a los privilegios de ONLAE, les viene de antiguo, mucho, desde la asignación de las administraciones de loterías a las viudas sin recursos como forma digna para ganarse la vida. Pero estos privilegios ya han desaparecido también y la libre competencia debe primar entre los propios vendedores de lotería. El mayor premiado con los sorteos es el Estado y siguiendo esa tesis, cuanta más loteria se venda mejor. Si no que le pregunten a la ONCE cómo se gestiona un equipo de vendedores de lotería que les puede dar una buena clase.
El gobierno para terminar, debería liberalizar también los estancos y acabar con el régimen de concesiones que ostenta aún. La distribución la tiene sumamente controlada pero la venta está muy restringida. Para terminar de rizar el rizo sólo le falta apretar más aún en la Ley Antitabaco pero liberalizar plenamente la venta de tabaco. Vale que no se fume en los locales, pero a efectos recaudatorios, conseguiría un efecto curioso.
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