Uno de los datos que se repiten año tras año en el colectivo de los autónomos es el escaso número de bajas que se toman. Parece que los miembros de este colectivo nunca se ponen enfermos. Al menos nunca solicitaban la baja por enfermedad común. El problema era sobre todo que si no trabajas no cobras, cosa que ahora que tienen mejores prestaciones cambia, al menos en parte. ¿Dejarán entonces los autónomos de ser superhéroes?
La realidad es que sus prestaciones han mejorado, pero para muchos seguirá siendo del todo insuficiente. Si, cobrarán la baja por enfermedad o por accidente de trabajo desde el primer día. Pero la realidad no deja de ser que lo que cobran es mucho menos de lo que estadísticamente ganan por un día de trabajo.
Esto supone que en muchos casos seguirán arrastrándose para ir a abrir su negocio o a atender a un cliente. Las bajas del autónomo no las suele dar el médico, se las toman ellos cuando ya no pueden levantarse de la cama. Solo en los casos más graves dejan de acudir a su trabajo.
Quizás por eso más interesante que el tema de la baja es que a partir del segundo mes de baja no se paga al cuota a la Seguridad Social, algo que mermaba mucho los ingresos del autónomo, que ya si cotizaba por la base mínima tenía poca retribución, si tenía que pagar su Seguridad Social, apenas le daba para nada.
Es en estos casos de enfermedad o accidente más grave, o que necesita más tiempo de recuperación, cuando los autónomos realmente echan de menos no haber cotizado por ingresos reales o un base más alta, ya que la prestación que reciben es acorde a lo cotizado. Y si se prolonga en el tiempo obliga a tirar de ahorros para subsistir, sino tenemos algún seguro complementario para estas cuestiones. O lo que es peor, acelerar la recuperación incorporándose sin estar del todo sanos. Esperemos que ahora ya no ocurra en igual medida.
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