Elegimos un sistema operativo, unos programas determinados en función de las características de nuestros equipos, tratando de obtener el máximo rendimiento de las características del hardware de nuestros equipos. Pero a veces no siempre es así, y acabamos eligiendo determinada impresora en función de un programa de software por ejemplo, es decir, que el hardware determina el software que utilizamos y viceversa.
Porque al final podemos o no instalar determinados programas en función de las necesidades de hardware de los mismos. Memoria, espacio en disco duro, tipo de procesador son características que casi todos los programas reseñan con unas condiciones mínimas para que no arruinen la experiencia de usuario al instalarlo y utilizar el programa. Casi siempre se suelen quedar cortas al no tener en cuenta que comparten recursos con otros programas.
Y esto es algo que debemos tener en cuenta, puesto que los mínimos que nos reseñan son en condiciones ideales, es decir, sólo corre el sistema y este programa, cuando sabemos que en la realidad no es así, y tenemos otros programas abiertos, un antivirus, etc. que también consumen recursos. Por eso si utilizamos los mínimos recomendados, ya sea de un programa o un sistema operativo la experiencia no será positiva ni productiva para la empresa.
Pero a veces ocurre justo lo contrario. Es el software, un determinado programa el que nos obliga a trabajar con determinado hardware, sobre todo en el caso de los periféricos. Una impresora determinada para trabajar en formatos concretos que nos exigen determinados programas que tenemos ya sean éstos a medida o genéricos.
Otro caso que he visto es realizar aplicaciones web con una resolución de pantalla determinada que obligaba a tener un monitor de determinadas dimensiones, 17”, para no tener que estar todo el tiempo desplazándonos con las barras para visualizar la aplicación completa. En este caso muchas de las pantallas de la empresa eran todavía de 15” por lo que trabajar de forma productiva con esta aplicación era complicado con estas pantallas.
Por eso debemos llegar a un equilibrio entre las características de nuestros equipos y el software con el que trabajamos. Al final este equilibrio nos hará trabajar mejor, aprovechar mejor el tiempo y evitar que las transiciones entre pantallas se eternicen por no tener un software con los recursos de hardware necesarios. La elección de las herramientas determinan la cantidad de trabajo que podemos llevar adelante. Seguro que vosotros también os habéis encontrado con algún ejemplo que hardware o software no estén equilibrados y acabemos trabajando de manera poco eficiente.
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