A veces en las empresas el uso que hacemos de la tecnología va más allá de lo razonable. Hoy vamos a comentar como algunas empresas llegan a estirar la tecnología hasta el infinito y más allá, llegando a límites que provocan parones en nuestro trabajo por la extrema lentitud de los equipos. Un ejemplo son los equipos que tardan en arrancar.
He llegado a ver equipos que tardan 20 minutos en arrancar. No es broma, de término medio, desde que se inicia, hasta que se puede empezar a trabajar con la aplicación básica que se utiliza en el mismo. Luego su funcionamiento es más o menos aceptable, pero si surge cualquier problema durante la jornada y hay que reiniciar, mejor que sea a la hora de la comida.
El resultado se convierte entonces en una especie de círculo vicioso. Como tarda mucho en arrancar, el equipo no se apaga nunca. Y no es una cuestión ya de falta de optimización del sistema operativo, de desgaste de Windows que puede ocurrir con el tiempo, puesto que el equipo se ha reinstalado desde cero y sigue tardando más o menos lo mismo.
Ya es una cuestión de que el hardware o se mejora o no da más de si. Pero son equipos en los que ya no merece la pena invertir, puesto que estamos casi esperando el más mínimo incidente para tener una escusa y jubilarlos. Con un poco de suerte, sin se estropea algún otro podemos aprovechar la memoria RAM y hacer que vaya un poco más suelto.
En otras empresas estas cuestiones se subsanan programando los inicios por BIOS, en caso de que lo permita, o el primero que llega la empresa enciende todos los equipos y se va a tomar café. Está claro que la falta de recursos para invertir en mejorar los equipos atenaza a algunas empresas. Capean esta circunstancia al tener una menor carga de trabajo que les permite que la productividad no sea una de sus prioridades. Pero esto no se puede prolongar eternamente.
En Tecnología Pyme | ¿Debemos renovar equipos sólo para mejorar la imagen? Imagen | Alvimann