Soy un pésimo fotógrafo, lo reconozco, por eso me gustan mucho las páginas web que tienen fotografías cuidadas de los artículos que nos muestran. En la web, no podemos probar el producto, tenerlo en nuestras manos y lo único que nos ofrece la página es una imagen. Por eso debemos cuidar las fotografías de producto en la web, para hacer que sea casi tan bueno como tocarlo.
Esto implica un gran trabajo, una cuidada selección de los elementos que va a contener la imagen, no sólo nuestro producto principal sino que puede estar contextualizado, pueden ir más cosas, una iluminación adecuada, que resalte lo que nos interesa, donde lo destacado sea lo que queremos mostrar al cliente.
Una vez conseguida la atención, también podemos complementar con otras fotografías para mostrar el detalle, textura, color, algún elemento curioso, alguna funcionalidad destacada, etc. Los detalles que interesa conocer a la persona que desea ese producto.
Y todo esto lo tenemos que conjugar con tener una imagen de buena calidad, que ocupe poco espacio en la web para que no nos perjudique la velocidad de carga de la página o arruinemos la tarifa plana de los que nos visitan desde el móvil.
También hay otra opciones para mostrar las imágenes, como animaciones que nos recrean la imagen en 360º, o cambios de color de un producto, lo que en muchas ocasiones ayudará a los clientes a tomar la decisión de compra. En todo caso, si implementamos algo de este tipo tenemos que hacerlo con la tecnología adecuada que nos asegure una correcta visualización desde dispositivos móviles.
Lo cierto es que una buena imagen puede mejorar mucho nuestras ventas. Conseguir la técnica para crearlas no es sencillo, pero como mínimo, en las que seleccionemos para la web tiene que notarse un mínimo de cariño, de tiempo que le hemos dedicado pensando en el cliente, que no parezca una fotografía improvisada o tomada con prisas.
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