Si hay un periférico universal en las empresas este son sin dudas las impresoras. La gama que tenemos a nuestra disposición a la hora de elegir es inmensa. Dependiendo del coste de la impresora que hayamos elegido para nuestra empresa en muchos casos no saldrá rentable reparar la impresora ante un fallo.
Y estamos hablando de un fallo o algo más que exija el desmontaje de la impresora, efectuar un diagnóstico y en caso necesario sustituir pieza. Otra cuestión son consumibles, que más allá del tóner o el cartucho de tinta necesitamos sustituir periódicamente. En muchos casos el tambor de impresión o el kit de mantenimiento son consumibles que tenemos que sustituir al pasar determinado número de copias. Dependiendo de su coste y los años que tenga la impresora puede ser más rentable su renovación.
Pero la adquisición y sustitución de estos consumibles puede hacer que sea más rentable adquirir una nueva impresora que sustituir dichos accesorios. Esta cuestión suele darse en las impresoras de gama media baja, que son comunes en muchas pequeñas oficinas. Ya no hablamos de algún problema que requiera desmontar la impresora, que entre otras cuestiones suelen estar llenas de pequeñas pestañas de plástico que son complicadas de desmontar sin forzarlas.
En todo caso, si no tenemos un sistema de coste por copia, donde consumibles, mantenimientos y reparaciones estén incluidos será complicado que nos salga rentable la reparación de la impresora y lo más probable será optar por una nueva impresora de la misma gama. No se trata sólo ya del coste de la pieza que tengamos que sustituir, sino del tiempo que se tarda en ofrecer el diagnóstico y la mano de obra, que en todo caso es lo que finalmente determina el coste de la reparación y si nos saldrá o no rentable reparar la impresora.
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