Hay muchos tipos de empresas. Algunas ya se han pasado a la nube, trabajan desde cualquier lugar o ni siquiera tienen una oficina. En otros casos el modelo es más clásico, una oficina con un equipo de sobremesa donde trabajamos en un horario. Por eso a la hora de invertir en equipamiento para llevar a cabo nuestro trabajo y vemos que nuestro móvil cuesta más que el ordenador muchos pueden pensar que se trata de un derroche de recursos.
Y no solo se trata de que el móvil sea más caro, sino que incluso tiene más recursos que el propio ordenador. Puede que tenga más memoria RAM, un pantalla de mejor calidad, etc. A esto se suma que el smartphone es un elemento de prestigio. Rara vez un cliente va a ver el tipo de ordenador que tenemos debajo de la mesa, si es potente, moderno o no... como mucho se pueden fijar en el tipo de pantalla que tenemos.
El smartphone se ha convertido en un elemento de identidad de nuestro negocio
Podríamos trabajar mejor con el smartphone, sin embargo hay dos cosas que a mi modo de ver nos limitan mucho, el tamaño de la pantalla y tener un teclado para introducir datos. Y lo cierto es que no se acaba de resolver del todo una fórmula para trabajar con el teléfono sentado delante de un escritorio incorporando estos dos elementos. Sin embargo permite a las empresas trabajar en movilidad de una manera muy ágil y eficiente.
Si tenemos aplicaciones en la nube, un correo electrónico con un protocolo que agiliza la comunicación donde contactos, agenda y tanto recibidos como enviados están perfectamente sincronizados. Un smartphone nos ahorra tiempo. Pero no solo eso, sino que la mayor parte de la jornada laboral la pasamos delante del teléfono, por lo que es normal invertir en un teléfono de gama alta.
Trabajo ocho hora en mi despacho cada día
Sin embargo para un modelo de oficina tradicional lo lógico es invertir más en un ordenado de sobremesa en el que vamos a pasar la mayor parte de nuestra jornada laboral. Pero se nota a veces cierta resistencia. No se porqué cuando alguien ve un smartphone que cuesta 1000 euros le parece un precio normal, cuando un portátil o un equipo de sobremesa alcanzan este precio les puede parecer excesivo.
Y esto teniendo en cuenta que el tiempo de renovación de un smartphone es de dos a tres años, mientras que un equipo de sobremesa será de cinco a diez, en función del tipo de ordenador que se haya elegido. Esto no por no hablar de las posibilidades que tenemos de mejorarlo a lo largo de su vida útil, algo que con el teléfono implica comprar uno nuevo.
Y lo peor es que en muchos casos se quejan de que un programa como Office lo tengan que comprar a parte. Un software que en muchos casos lo utilizan cada día y que tiene un coste ínfimo para el uso intensivo que le dan. Además, con muchas alternativas para trabajar ofimática de con otros programas. Pero no lo quiero, pero no rascarme el bolsillo. Esa es la mentalidad de muchas empresas.
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