A diario necesitamos cooperar con otros compañeros, proveedores, proveedores, clientes, y otros grupos de interés dentro de la empresa, dónde existen infinidad de protocolos y planes de acción definidos, que la mayoría de las veces nos permite identificar a un responsable para la resolución de un determinado problema.
En la medida en la que las organizaciones van adquiriendo un mayor tamaño, estas relaciones son más frías, y también un tanto más ‘agresivas’, porque algunos asocian esta mayor frialdad y burocratización de las funciones con la necesidad de realizar nuestras peticiones con mayor énfasis, pensando que nuestra petición puede ‘camuflarse’ entre todo el conjunto de problemas a gestionar.
Como interlocutores en este proceso tenemos dos alternativas, dejarnos contaminar por esta forma agresiva, o mantener la cordura exponiendo nuestros problemas con la delicadeza y objetividad necesarias, comunicando el problema con pedagogía y asignando una prioridad adecuada a las necesidades.
Estarán conmigo que el resultado que podamos obtener por cada una de estas vías es diferencialmente distinto, ya que por la primera vía el problema se solucionará de manera mucho más lenta, mientras que en el segundo caso nuestro contacto empatizará mucho más con nosotros, consiguiendo una respuesta mucho más rápida.
Esta situación es mucho más palpable en las fechas en las que nos encontramos, cuando la mayoría de los profesionales se encuentran de vacaciones, y para muchas funciones y/o responsabilidades se queda ‘personal de guardia’, que en ocasiones conocen soluciones eficientes, y que nunca nos mostrarán las cartas que podemos necesitar si no cuidamos la forma en la que les hacemos llegar ciertas peticiones.
En Pymes y Autónomos | A la hora de gestionar, ¿conocemos siempre lo que hay debajo? Imagen | Esparta