A veces, hay que decir adiós a una empresa. Los motivos pueden ser cientos. Y no siempre negativos. Pero, por la razón que sea has decidido marcharte de allí. No es fácil. Sobre todo porque si ha habido una relación estrecha, una parte puede tomárselo como un desprecio, casi como algo personal.
Lo ideal es dejar las cosas claras. Hablar con naturalidad, tranquilidad y respeto. Somos adultos y tenemos derecho a tomar decisiones y crecer en el ámbito laboral. Quizás nos equivoquemos, pero quizás también era una equivocación continuar en esa empresa. El problema en muchas organizaciones es confundir a los trabajadores con amigos.
Me pareces un jefe extraordinario, pero quiero volar
Tu puesto no era relevante por lo que quizás el sueldo no te llegaba para pagar el alquiler. El ambiente podía ser perfecto, pero volvemos al lado práctico de la vida. No es lo mismo tener 18 años que 40. Necesitamos un sueldo (y más en estos tiempos) que nos permita al menos pagar las facturas.
Eso no es obstáculo para que tu jefe o tu jefa te parezcan buenas personas, pero ¿comprarías un coche el doble de caro a un vendedor porque te cae mejor que otro que lo ofrece por la mitad? ¡No tiene sentido! Las decisiones son parte de la vida, y lo ideal es no arrepentirse porque has hecho bien tu trabajo en ese lugar al que dirás adiós.
A veces dan ganas de imitar ciertas escenas de películas y meter todo en una caja
¿Quién no recuerda esas escenas tan típicas del cine estadounidense donde con dignidad el empleado mete sus pertenencias en una caja y sale de la oficina entre los aplausos de sus compañeros?
A veces es gratificante intentar emular aunque sea con la imaginación esa forma de decir adiós, pero si la relación ha sido fluida y lo único que fallaba era el sueldo, todo eso es innecesario.
Las empresas también hacen números
En realidad, las empresas también miran sus cuentas de resultados ¿no? y a lo mejor hasta les viene bien que te marches. Pero la cordialidad, el no olvidar que has pasado una etapa de tu vida positiva en un lugar, es importante.
Pueden pasar dos cosas: que no quieran volver a contar contigo en el futuro (respetable) o que sí lo hagan y en otro momento de la vida, empleado y empresa se crucen. En todo caso, vivimos subidos en una noria y nunca se sabe cuándo nos vamos a necesitar los unos a los otros.
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