No existe la pócima mágica para que uno se sienta pletórico en el trabajo. Pero sí maneras de entrenar la capacidad para sentirnos lo mejor posible. El cerebro se puede reeducar con el fin de ganar flexibilidad y optimismo.
El cerebro es un órgano un tanto perezoso, sobre todo si ha de luchar cada día con un contexto laboral que le empuja a querer saltar por un puente. Lo importante es hacer gimnasia y crear nuevas formas de pensar.
La felicidad pasa por un entrenamiento de las neuronas
El que nos sintamos bien en el trabajo tiene más que ver con nosotros que con la empresa. El mundo ideal en lo laboral no existe y si no nos ponemos las pilas nosotros, trabajar cada día en un ambiente deprimente o donde el compañerismo brille por su ausencia puede ser una pesadilla.
Se trata de adiestrar las neuronas para que sean más receptivas a la felicidad, entrenándolas para centrarlas en nuestras fortalezas, en lo positivo que nos rodee y en los pequeños avances que damos.
¿Por qué es necesario crear un ambiente donde se respire felicidad en el trabajo?
Porque somos seres humanos. No robots. Y si un gerente tiene un ápice de empatía e inteligencia, comprenderá que a mayor satisfacción y comodidad del trabajador, éste va a producir más. No importa que trabaje en una fábrica, en una multinacional o en la tienda de la esquina. ¿Cuándo calará el mensaje de que la mano dura no funciona? Que sí, que el salario es fundamental, pero también un ambiente donde me permitan ser creativo, aportar mis ideas sin que nadie tenga una ataque de inseguridad.
El entrenamiento para trabajar de manera óptima no sólo es responsabilidad del trabajador.
Pasamos un tercio de nuestra vida o más en el trabajo, ¿no es suficiente motivo como para que tanto nuestra actitud como la del resto de compañeros vaya encaminada hacia el optimismo?
Simon Dolan, titular de la cátedra Future of Work en ESADE, lo tiene claro: la felicidad está conectada con la salud física y mental, y sólo una persona en estas condiciones dará lo mejor en su puesto de trabajo. Pero lo dicho, el buen ambiente es cosa de todos. Y si se lograra ser medianamente feliz en un trabajo, o facilitar que sea así, la cuenta de resultados lo notaría y mucho.
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