Uno de los principales problemas con los que se encuentran los promotores de una start up es el acceso al crédito, una faceta que aún manifestando visos de mejorar a futuro, sigue siendo una piedra muy pesada para arrancar casi todos los proyectos empresariales.
Es cierto que no todas las start up ofrecen las mismas garantías, e igualmente, al igual que no todas las que solicitan un crédito cuentan una buena idea que invite a sus prestamistas a confiar en el proyecto.
Pero por otro lado, también es verdad que tanto emprendedores, business angels, e incluso algunas entidades financieras, señalan que en el mercado español existe una cultura aversa al riesgo, en base a la que resulta muy complicado encontrar agentes que se lancen a apostar de manera decidida por un proyecto que sobre el papel ofrece 'poca visibilidad'.
En mi opinión es un asunto en el que la confianza del prestamista en el prestatario es una cuestión fundamental, porque en el caso particular de una start up, resulta prácticamente imposible analizar su sector de actividad (cuando la actividad económica a desarrollar es nueva), y tampoco podemos analizar los estados financieros al no contar con historia fiscal.
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