Hace unos instantes, en un programa de radio debatían sobre un tema típico y tópico de verano: propinas sí, propinas no. Pasan los años, cambian las formas de relacionarse con el cliente, pero algunas costumbres siguen vigentes.
El 90% de las llamadas estaban a favor de dejar una cierta cantidad de dinero, al considerar que son necesarias según el gremio del que se hablara. La hostelería se ha llevado la palma. ¿Son necesarias las propinas hoy día?
Compramos a través de Internet con nuestro móvil, cada vez son más las oportunidades que tenemos de recibir en casa multitud de productos. La compra nos la traen a casa, pero lo hace una persona ¿le damos propina? o ¿ya percibe un sueldo y ser amable forma parte de su trabajo?
Los números dicen que los españoles suelen dejar propina en bares y cafeterías, y el perfil es el de una persona joven. Pero durante la crisis esta sana costumbre ha desaparecido. Las razones que motivan a dejar propina son:
Satisfacción por el servicio recibido
Por razones sociales ( mostrar esa generosiad ante los amigos, familiares...)
Si bien hay una corriente crítica con esta costumbre, un porcentaje elevado de la población lo aprueba si hablamos de hostelería donde se sabe que ese trabajador no percibe un sueldo elevado y la propina será una buena ayuda.
Esta reflexión no dice mucho a favor de los empresarios que no pagan un sueldo que refleje el esfuerzo de ese trabajador, ya que ese dinero que el cliente aporta se convierte en una retribución sinónimo de generosidad y que se deja al azar y al criterio de cada uno.
Si bien, para un trabajador, unas palabras amables, un "gracias" simboliza una propina que le hace sentir que su trabajo se ha llevado a cabo con eficacia, a nadie le amarga un dulce, y como comentaba una trabajadora de un hotel del sur de España: "Que te dejen 50 euros de propina, no se olvida fácilmente".
Y es que hay culturas donde se unen dos cuestiones: el demostrar el agradecimiento por una buena atención recibida y buena economía.
Mientras tanto, aquí cada cliente optará por dejar algo simbólico, inclinarse por la conocida frase: "yo también trabajo y nadie me da propina" o sencillamente, dar las gracias al marcharse.
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Imagen|Daniel Lobo