Uno de los problemas que puede tener un autónomo o un profesional es que muchas veces cuenta con determinadas herramientas antes de formalizar su actividad profesional. El caso más común es el del vehículo privado, que una vez dados de alta en nuestra actividad también utilizamos en nuestra vida profesional. Pero si visitas a un cliente, ¿qué sale más a cuenta ir en nuestro coche o en un taxi?
Por un lado la visita en taxi es muy sencillo imputarla como un gasto laboral. Sólo tenemos que solicitar la correspondiente factura al taxista para poder deducirla. Se trata de un gasto vinculado a nuestra actividad económica, que al tener la factura tenemos justificado y que sólo nos queda imputar en nuestro libro de gastos.
¿Pero qué ocurre si decidimos desplazarnos en nuestro vehículo privado? Pues aquí la cosa es bastante más peliaguda ya que por mucho que nuestro gasto esté vinculado a nuestra actividad profesional, al no estar el vehículo afecto directamente y de forma exclusiva a nuestra actividad profesional, no podemos deducirnos dichos gastos de combustible.
No sólo tiene que estar destinado a un uso profesional, sino que también debe hacerse de forma exclusiva. Sólo de esta manera se admite la deducción de los gastos ocasionados por la visita al cliente. Para un autónomo puede parecer que moverse en taxi resulta más caro, ya que tiene que hacer un desembolso, pero lo cierto es que puede ser más rentable que hacerlo en su propio vehículo.
Lo malo es que esto obliga al autónomo y profesional a gastar un dinero extra que recuperará posteriormente, pero que no está dispuesto a anticipar. De esta manera muchos prefieren ir en su propio vehículo a pesar de que luego no puedan deducir dicho gasto.
Igualmente aquí se da la paradoja de que un vehículo de empresa los desplazamientos que hagamos de forma privada se deducen igualmente. En teoría no tienen que ver con la actividad profesional, pero imputarse todos los gastos del mismo y estar declarado únicamente como vehículo profesional, Hacienda no pone ningún reparo a su deducción.
Es una situación injusta, sobre todo para los autónomos que empiezan o que no tienen la posibilidad de adquirir un vehículo exclusivo para su actividad profesional o no se pueden permitir el pago de taxis en todos sus desplazamientos.
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