Hoy por hoy conocemos que el cuadro macroeconómico que presenta la economía española no es el más deseable, pero dentro de tanta catástrofe se empiezan a interpretar algunas señales de que todo esto puede empiezar a cambiar, y dentro de lo cual, tenemos que señalar a nuestro sector exterior como el mejor posicionado para ayudarnos a conseguir este difícil objetivo. Muestra de ello ha sido que la balanza por cuenta corriente se situó en 14.909,9 millones de euros en los diez primeros meses del año, lo que representa un descenso del 52,9% respecto al déficit de 31.659,3 millones registrado en el mismo período 2011, según datos del Banco de España.
En este contexto, ante la debilidad del mercado nacional, muchas empresas se han lanzado a la exportación y al asentamiento en otros países, lo que está ayudando a que las redes de nuestras empresas se expandan en el mundo, y también a su crecimiento en términos de volumen de ventas y beneficios.
Adicionalmente, de estos datos tan positivos sobre nuestro sector exterior se desprenden otras lecturas, como por ejemplo la competitividad y la capacidad de las empresas de nuestra bandera para adaptarse a nuevos marcos regulatorios, y de competir con otros adversarios en mercados que dominaban desde antaño.
Ojalá en los próximos meses se le sumen a este otros indicadores para esclarecer nuestra salida de la crisis, pero sin lugar a dudas, la fortaleza de nuestro sector exterior es un importante prefacio para un cambio de modelo económico y empresarial, que nos brindará posibilidades de crecimiento y empleabilidad.
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